Informe especial

Argentina, presente y futuro: mucho más complejo que no ir al Mundial

21:47 28/02/2023 | El golpe por la eliminación de la próxima Copa del Mundo acelera un análisis que tiene mil cuestiones. Intentaremos ser claros y justos.

Argentina está en un momento bisagra (Foto FIBA)

Argentina no estará en el próximo Mundial de básquetbol. Por primera vez en 41 años. Y semejante trompada en el mentón, obviamente, ha revuelto el avispero como para que todas las discusiones que se vienen dando desorganizadamente en los últimos tiempos, salgan a la luz de una vez. No es la mejor manera, pero a veces es la única. Este parece ser el caso. 

Desde Básquet Plus nos tomamos estos dos días para intentar ser no solamente claros, sino justos, reflexivos y con una meta principal: aportar algo para ayudar a desenredar este complejísimo panorama que tiene el básquetbol argentino en estos momentos. Y algunos de cuyos problemas hemos tocado en artículos sueltos durante los últimos tiempos. 

Como todo problema grave, lo que pasó con Argentina no tiene una única causa y el diagnóstico tampoco es uno solo. Si durante años se habló de la Generación Dorada como una tormenta perfecta, en este caso, esa tormenta perfecta se volvió a dar, pero al revés, con todos los resultados negativos probables. Iremos desgranando nuestra opinión por separado. 

EL TEMA DEPORTIVO

Argentina se quedó sin Mundial luego de terminar la clasificación con 8 partidos ganados y 4 perdidos. Con ese mismo récord, hubo 4 países que sí pasaron: Venezuela, Brasil, Puerto Rico y México. Y en el 2019, el mejor cuarto clasificado al Mundial fue Dominicana, con marca de 7-5. El cuarto del otro grupo fue Uruguay, con 6-6, quedando afuera. Primer punto. 

Al entrar en esta última Ventana, Argentina podía clasificarse perdiendo ambos partidos. Y si le ganaba a Canadá, podía entrar perdiendo contra Dominicana, salvo que se dieran otros 6 resultados: se dieron todos. A veces la pelota pega en el aro y cae adentro. Otras veces pega y cae afuera. Scola dixit. En esta cayeron todas afuera. 

Se compara mucho la situación con la del 2019. Y la realidad es que fueron dos historias completamente distintas. Ejemplo 1: estaba Luis Scola, que jugó 9 de los 12 partidos. Marcos Delía jugó los 12. Brussino y Lapro jugaron 10. Y Deck en la primera parte todavía estaba en la Liga también.  En estas Ventanas, ninguno jugó los 12 partidos. Delía y Brussino 10, Campazzo y Bolmaro 6 y Deck y Lapro, apenas 3.

Ejemplo 2: Argentina venía con una larguísima continuidad en el cuerpo técnico, con Sergio Hernández en el equipo desde el 2015. Acá empezó Néstor García, dirigió 8 partidos (perdió 2, uno clave en Obras contra Venezuela) y los últimos 4 Pablo Prigioni. Salvo el período previo a la Americup, que fue justamente cuando se dio el cambio de mando, pocas veces pudo entrenarse todo el equipo entero. 

Yendo a las derrotas que implicaron la no clasificación, la de Venezuela en Obras, sin los Euroliga y NBA, fue probablemente el peor partido de la Argentina en Ventanas. Con Néstor García (otro Néstor García), en el banco argentino. Analicemos un poco más la del domingo ante Dominicana. Arriba 61-44 a 2m23s del final del 3C. En esos 14 minutos finales, el equipo local, que se había floreado, cometió casi todos los errores posibles. Cerró ese cuarto con 4 pérdidas y desperdició 10 puntos de luz en 150 segundos. 

En el último cuarto, todo se profundizó. Otras 5 pérdidas, malos tiros, decisiones poco prácticas y un Campazzo, que había brillado en 28 minutos, inexplicablemente desorientado, no solo en las pérdidas, sino en el tiro (falló 3 triples) y lo más raro, en la defensa, soportando puntos de Solano, Feliz y Montero, de los que habitualmente detiene. Deck se vio sobremarcado, Lapro tiró un par de veces forzado, se erraron libres clave y Dominicana, básicamente con defensa durísima, corriendo y aprovechando la presión del local, lo terminó ganando sin discusión. 

¿Falló Prigioni? ¿Fallaron Campazzo, Deck, Lapro? En esos 12 minutos finales, la realidad es que fallaron todos. No se salvó ninguno. ¿Fue la táctica de Dominicana determinante? A decir verdad, no se vieron tantos ajustes como para decir que lo táctico fue clave. Hubo una enorme sucesión de errorees no forzados de Argentina además. Pareció más un tema de carácter y agresividad de los caribeños, que vieron que se les abría la puerta ante una imperdonable relajación argentina tras el 61-44. Y cuando un equipo toma confianza, ya después es más difícil. ¿Pudo Prigioni implementar algún cambio con éxito? Quizá. Incomprobable. 

TEMA ORGANIZATIVO-DIRIGENCIAL

Esta parte rebota todo el tiempo en lo deportivo. Claramente. Argentina es un país destrozado. Hace 5 años como mínimo. En declive desde el 2018, viene sufriendo en lo basquetbolístico una baja que tiene muchas vertientes. Los 20 años de Generación Dorada a algunos los confundieron mucho. Argentina aprovechó como nadie otra tormenta perfecta en la que se dieron surgimiento de la Liga Nacional y explosión del básquet en todo el país, Ley Bosman para habilitar a descendientes a tener pasaporte comunitario y una muy buena camada de jugadores. Numerosa sobre todo. Quizá no mejor que la anterior, pero con algún distinto (Ginóbili/Scola) más el fogueo en Europa, determinante. 

Como esa generación fue tan longeva, al mismo tiempo que ganaba cosas tapaba otras, como que el éxodo del 2001 debilitó a la Liga, que ya no generó tantos talentos para explotar en Europa. Pero mientras la GD estaba, lo otro no se veía. Pero pasaba. Así, cada día un poco más. Entonces, de los 20 que se fueron en los 2000 al mejor nivel, se pasó a 10 y luego a 5 y a 2. El último fue Leandro Bolmaro, y con casi nada jugado acá. Y lo que viene es peor, porque los pibes se van a los 15 o 16 años. Ni pasarán por la Liga. Los Giovanneti, los Prato, los Minzer, etc. Ni los veremos crecer. 

¿Cuáles son los motivos? El primero y central, económico. Si Argentina no modifica su situación económica actual, el futuro del básquet no va a cambiar. Aunque se hagan los cambios organizativos que son necesarios. El básquet no es el fútbol, siempre un negocio rentable por la maquinaria, pasión y multitudes que tiene atrás. No hay forma de equipararlo. 

¿Puede la Liga Nacional cambiar algo? Sí, algo puede. Puede organizarse mejor, potenciarla deportivamente, achicar la cantidad de equipos para que los pocos recursos se repartan entre menos, como también el escaso talento, y optimizarla para que el nicho del básquet vuelva a consumirla. Porque está demostrado que extender la cantidad de equipos profesionales no difunde la Liga. Solo le baja el nivel.  La competencia tiene mil problemas, porque está en un mundo del entretenimiento donde solo los grandes sobreviven a alta escala (el fútbol, las plataformas de streaming y poco más). Hoy, el básquet de la Liga es un producto outsider de ese esquema. Aunque basquetpass intente difundir y ampliar la base. Es una buena idea (de las mejores de la historia de la AdC), pero si lo que se muestra es malo, como ocurre hoy, solo lo consumiremos los fanáticos de la mesa chica de este deporte. 

Dejamos al final a la Confederación porque, desde el domingo, está en el centro de la tormenta. Seamos claros: Fabián Borro está en el centro de la tormenta. Nosotros siempre intentamos ser justos con él, aun en las diferencias (algunas, grandes), que tenemos en cuanto a lo que creemos que hay que hacer. En este caso, darle una responsabilidad grande en la eliminación de Argentina nos parece, como mínimo, exagerado. 

Hagamos algo de historia. Borro no entró de la mejor manera a la CAB. Lo hizo venciendo al presidente anterior, Federico Susbielles, que era el hombre que contaba con todo el apoyo de la GD. Susbielles, más simpático y con mejor imagen que Borro, la realidad es que en su último año de gestión hizo todo para perder las elecciones: se dedicó a su campaña política para ser intendente de Bahía Blanca y dejó que Borro le copara todas las provincias para sacarlo de la cancha sin siquiera ir a elecciones. 

Eso hizo que se empezara una gestión con dos bandos: los que se la habían jugado por Susbielles de un lado, y Borro del otro. No hubo grandes conflictos, pese a eso, pero fue el comienzo de este problema. Porque si esa relación hubiese sido distinta, el proceso de Sergio Hernández quizá hubiera continuado, quizá Luis Scola se hubiera acercado más tras su retiro, y la sintonía que venía dándose en lo organizativo (más que nada por lo que Scola obliga donde esté), hoy estaría mejor. Quizá. 

La única verdad es que nada de eso pasó. Entonces Hernández terminó Tokio y se fue, todo su cuerpo técnico hizo lo mismo, Scola se retiró y se quedó en el Varese y hubo que barajar y dar de nuevo. La primera elección fue el DT y aquí la CAB no hizo nada que gran parte del ambiente del básquet no creyera que era lo mejor: Néstor García. Llegando Néstor, eso sí, lo que se tenía claro era que no se podía esperar un plan a largo plazo. Al Che eso no le interesa, no lo sabe hacer y no lo hizo. Ninguna sorpresa. 

Lo de García todos sabemos cómo terminó. Nadie lo sacó. Se sacó solito. Y cuando se podría haber dado un paso atrás, se logró el arribo de otro que casi nadie discutió: Pablo Prigioni. Fue desprolijo, a las apuradas y sin una hoja de ruta, pero la realidad es que muy distinto no pudo haberse hecho. Pablo había sido tentado por Borro antes que el Che, no había aceptado, y ahora lo hacía por la emergencia del despido de Néstor. ¿Pudo hacerse mejor? No mucho. ¿Era Prigioni el indicado? Para la mayoría (me incluyo), sí. Aunque todos sabemos lo que es compatibilizar un trabajo de asistente en la NBA con una selección nacional. Y que no es lo mismo ser asistente que coach. 

En lo que la CAB tuvo sí una política que no compartimos es en que, más allá de la situación económica, y sobre todo al mezclarse con la AdC, nunca armó equipos profesionales dedicados de lleno a la selección. Y encima no tiene plata. Por un lado, se dejó de tener al menos a alguien del cuerpo técnico full time y no hubo plan. No hay plan. Esto está trillado, pero esta Argentina (igualito a lo que ocurre con el país), sin un plan, no tiene chances de ir a ningún lado. Incluso con plan, es probable que tampoco pueda ir demasiado lejos. Pero sin uno, cero. Si no se pone un foco grande en las divisiones formativas, donde se está produciendo un enorme éxodo al exterior (ya hay más de 100 afuera de entre 15 y 17 años), el futuro será mucho más complicado. Y en muchas cosas, no hace falta dinero. Sino ideas y planificación. Gestión. 

Quizá esta trompada al mentón sirva para ver si hay posibilidades de que el básquet, una vez más, de el ejemplo. Convocar a todos es demasiado ambicioso, pero al menos esperamos ver que se pueda sumar a los más capacitados para empezar de nuevo, revisando los errores, analizando la realidad, las perspectivas y mirando al futuro. Porque no se puede esperar mucho. Nada. 

Argentina hoy tiene varios frentes. Por un lado, un Prerepechaje olímpico en agosto para intentar ir al Repechaje global el año que viene, para no perderse los Juegos Olímpicos 2024. Eso requiere acción ayer. Agosto es hoy. Por otro lado, si no se logra ir a París, se abrirá un panorama desolador a nivel competencias mundiales hasta el 2027 (siguiente Mundial) como mínimo. Para ese entonces, Lapro tendrá 37 años, Campazzo 36, Delía 35, Brussino y Garino 34 y Deck 32, por poner los casos más notorios.

Esto implica sí o sí pensar un plan a 5 años, como para arrancar, y con otra camada (sin sacar a los nombrados, ojo). Hoy la CAB no está organizada como para poder hacerlo. Como siempre buscamos ser positivos, quizá esta situación "trágica", nos permita que se den reacciones a la "tragedia" como a veces pasa en nuestro país. Cuando las cosas van mal, generalmente no se toman buenas decisiones. Pero cuando hay un terremoto, por un tiempo al menos nos ponemos de acuerdo.

Para empezar, y tras casi 6 años de Ventanas FIBA, es imprescindible tener una Selección Argentina extra solo de jugadores de la Liga Nacional, que se entrene todo el año (al menos una vez al mes, 4-5 días), porque serán los encargados de defender al equipo más veces que los que vengan de afuera. Y los que vienen de afuera siempre, llegan y prácticamente entran a la cancha. Sería una forma de equiparar el bajo nivel de nuestra competencia con un equipo mejor preparado. Ya quedó demostrado desde Tokio para acá: es urgente volver a tener buenas y amplias preparaciones. Por eso también un cambio en el calendario de la Liga sería bienvenido. Se necesita entrenar más ante la escasez de nivel. Y más ordenadamente. 

Borro es un personaje complicado, que no se hace querer (probablemente no le importe demasiado), pero con mucha energía y capacidad de trabajo. Ahora está en sus últimos meses al frente de la CAB, porque en mayo asumirá como presidente de FIBA Américas si no pasa nada muy extraño, y no puede tener los dos cargos reglamentariamente al mismo tiempo. FIBA seguramente le permita una excepción hasta fin de año, cuando sean las elecciones en la Confederación. Igualmente, lo más probable es que busque poner a alguien de su riñón. 

Quizá esta sea la oportunidad para resetearse y salir de esta dinámica del diálogo cortado. Argentina no tiene ningún resto para afrontar este momento de crisis. No pasa solo por no ir al Mundial después de 41 años o a los Juegos después de 20. Pasa por sostener en un lugar alto y de privilegio (Argentina está cuarta en el ranking mundial), a una actividad que milagrosamente llegó a la cima del planeta desde un origen impensado. Como país, viene desperdiciando oportunidades hace 70 años. El básquet argentino no puede permitírselo. 

Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus

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