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Golden State es el actual campeón de la NBA, tiene un plantel fantástico, no ha pasado nada gravísimo, pero está claro que no vive su mejor momento. Hoy está décimo en el Oeste, con un pobre récord de 14-15, ganó 2 de 15 partidos de visitante y no logra mantener una regularidad en su juego. 

Pero siempre se puede estar peor, y eso ocurrió anoche, cuando luego de otro partido personal fantástico (38 puntos, 7 rebotes, 7 asistencias, 5/10 triples), en algo menos de 30 minutos, se supo que Steph tiene una lesión en un hombro y se perderá varias semanas. De hecho, salió antes de terminar el tercer cuarto contra los Pacers y ya no volvió.

Los Warriors tienen un excelente equipo y, en otra situación, se podría decir que no habría demasiados problemas para disimular su ausencia durante un tiempo medianamente largo, pero en esta situación donde, casi en mitad de temporada, no han logrado nunca establecerse (perdieron 4 de los últimos 5 cuando venían de ganar 5 de 6), y eso ya empieza a preocupar. 

El tema no es si tendrán la chance de ser campeones, sino de no quedar demasiado mal parados para los playoffs. Hoy jugarían play-in, por ejemplo, y eso es un enorme riesgo, que ya vivieron. Y durante el tiempo que Curry no esté, tendrán que desdoblarse para que esta situación complicada no empeore, porque después el tiempo pasa rápido y resulta difícil recuperar terreno perdido. Y un hombro, además, es una lesión que no hay que apurar para volver, porque es muy sensible. El campeón tiene un nuevo adversario. Al que no le ganará con triples.