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Si bien en la temporada 2017/18 de la Liga Nacional reinó en su mayor parte la lógica, con los candidatos peleando arriba, hubo algunos equipos que lograron exceder sus expectativas de antes del comienzo del certamen. Uno de esos clubes fue Obras Basket, que se había armado originalmente para darle rodaje a sus jóvenes, pero terminó peleando entre los mejores de la competencia, finalizando octavo y vendiendo cara su derrota en cuartos de final ante el bicampeón San Lorenzo.

Obras tuvo una apuesta particular y no demasiado común en el torneo: prácticamente no utilizó fichas nacionales de una edad de madurez, sino que casi todos sus argentinos fueron jugadores jóvenes y con paso por las categorías formativas de la institución. A su vez, a esto los rodeó con extranjeros de jerarquía como los debutantes Maurice Kemp (goleador de la Liga) y el dominicano Víctor Liz, ambos de enorme producción.

Con ese mix de frescura y nivel, Obras se volvió un equipo sumamente peligroso, con una localía fuerte y la capacidad para jugarle de igual a igual a cualquier rival. Es verdad que en ciertos momentos pagó cara la falta de experiencia a este nivel de varias de sus piezas, pero nunca se le volvió un problema sin solución. El Tachero prácticamente no tuvo baches durante el año, fue de los más regulares de la Liga y terminó cerrando con un saldo netamente positivo.

Lo más interesante para Obras es que a pesar de ser competitivo, también pudo darle lugar al desarrollo de sus jóvenes. Lautaro Berra y Luca Valussi fueron titulares o parte de la rotación durante todo el torneo, mostrando en ambos casos condiciones muy interesantes; Fernando Zurbriggen fue uno de los jugadores de mayor progresión del certamen; Pedro Barral se sigue consolidando en la base, mientras que si bien Tomás Zanzottera perdió algo de protagonismo, respondió cuando tuvo los minutos para hacerlo.

Los capitalinos mostraron además una identidad clara durante toda la campaña, ligada a intentar aprovechar sus virtudes: jugaron a un ritmo alto, de muchas posesiones y terminaron siendo el sexto mayor promedio anotador de la Liga (84,7). Más allá de no haberle alcanzado para tener un último salto de calidad, cuesta encontrarle algún reproche o aspecto negativo a una temporada en la que Obras logró sorprender a propios y extraños.