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Jameson Curry, llamado así por su padre (James) y otro familiar (León) no conserva ni su camiseta ni las zapatillas que utilizó en su debut en la NBA. La triste razón es que sólo jugó 3,9 segundos y no hizo ni puntos, ni asistencias ni consiguió rebotes. El jugador nacido en 1986 en Carolina del Norte ostenta el récord del jugador con la participación más fugaz en la liga.

El 5 de enero de 2010 en el TD Garden de Boston, los Celtics recibieron a Los Ángeles Clippers, el equipo de Jameson. El base de 1,90 m que había llegado al equipo apenas 72 horas antes con un contrato de 10 días y a falta de 3,9 segundos para el final del tercer cuarto, el entrenador Mike Dunleavy lo mandó a la cancha. Serían sus únicos segundos en la NBA.

Curry no sólo no volvería a ingresar a la cancha sino que ni siquiera participaría de otro entrenamiento con el equipo. Al día posterior de su debut, los Clippers le rescindieron el contrato para poder firmar a Bobby Brown. ¿La razón? Los altercados y la vida complicada que tenía fuera de las canchas, ya que calidad no le faltaba. De hecho llegó a promediar 40,3 puntos, 7,3 rebotes y 6,0 asistencias en el instituto Eastern Alamance de Mebane, en su Carolina del Norte natal.

Su talento era tal que en un partido de su último año de secundaria, anotó 47 puntos con los que batió el récord histórico estatal: 3.302 puntos. Más que el mismísimo Michael Jordan. Al día siguiente, mientras estaba en su clase de arte, lo llamaron al despacho del director, donde lo esperaban los ayudantes del sheriff, quienes lo detuvieron en el marco de una operación antidrogas. Había vendido marihuana a un policía infiltrado.

Eso dio inicio a una serie de condenas y otros delitos: se declaró culpable, obtuvo la libertad condicional y tuvo que trabajar durante 200 horas en servicios para la comunidad. Eso truncó su carrera deportiva y dejó para siempre una mancha negra en su trayectoria: fue expulsado del equipo y la Universidad de Carolina del Norte le quitó la beca.

Tras ser aceptado en la Universidad de Oklahoma State, tuvo un gran rendimiento lo que le dio la confianza de presentarse al Draft en 2007, donde fue elegido en el puesto 51 por Chicago Bulls, aunque lo enviaron a la Liga de Desarrollo. Y los problemas siguieron: la policía le vio orinando en la calle, comenzó a correr y lo detuvieron. Sus antecedentes no eran buenos.

Eso quedó en una simple anécdota comparado con la mala suerte que tuvo al perder un vuelo destino a Nueva York porque se perdió con el auto por Chicago. Estaba cerca de que los Bulls le concedieran la oportunidad de debutar en la NBA y lo cortaron en verano. Más tarde confesaría que no haber podido subir a ese avión lo arruinó todo.