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Sebastián González, el entrenador callado que se metió entre los grandes

19:40 29/05/2022 | El cordobés es poco mediático, pero su carrera ha dado un salto en los últimos años. Le falta coronarse en la Liga para subir otro escalón.

Sebastián González va por su cuarta final en su carrera (LNB Contenidos)

La Argentina es cuna de excelentes entrenadores. Su ejemplo máximo es la selección argentina, donde en 25 años recién ahora suma un cuarto head coach, siendo los tres anteriores (Lamas, Magnano y Hernández) muy exitosos en sus períodos. Ahora se ve en Sudamérica, con muchos criollos repartidos en las Ligas más importantes (México, Uruguay, Colombia, etc) y, claro, también en la Liga Nacional. 

Sebastián González (Córdoba, 45 años), es otro caso de técnico formado en un club tradicional (Atenas), que hizo toda su carrera subiendo de categorías, hasta instalarse definitivamente en la A con San Martín de Corrientes, al que ascendió en el 2014. Antes había dirigido al propio Atenas, siendo campeón del Súper 8 2010 y finalista de la Liga 2010/11, y en Quimsa está terminando de consolidarse como uno de los Top no solo del momento, sino de la historia, que lo avala. 

González entró ya el año pasado en un club exclusivo de apenas 6 entrenadores que han llevado al menos a 3 equipos a las finales de la Liga. La lista la encabeza con comodidad Julio Lamas con 6 (Sport, Boca, Ben Hur, Libertad, Obras y San Lorenzo), y luego otros 4 se ubican segundos con 3 equipos: Néstor García (Estudiantes BB, Peñarol y Boca); Sergio Hernández (Estudiantes O, Boca y Peñarol); Gonzalo García (Gimnasia LP, Gimnasia CR y San Lorenzo) y Silvio Santander (Lanús, Quimsa y San Lorenzo). Sebastián lo hizo con Atenas, San Martín y Quimsa y el dato curioso es que, de los 6, es el único que no pudo salir campeón. 

Esta será su cuarta definición y también es curioso este dato. En el primer caso, perdió 4-1 contra Peñarol en la 2010/11, en la 2017/18, con San Martín, cayó 4-2 ante San Lorenzo (más cerca), y el año pasado fue 3-2 también ante San Lorenzo. Las distancias cada vez más cortas. Si fuera cabulero, tendría que pensar que esta es su chance. Y lo es, porque la realidad marca que el año pasado no pudo aprovechar su fuerte localía, ya que todo el torneo se jugó en Buenos Aires, siendo la primera vez que tenía ventaja de cancha, situación que se repite ahora, habiendo sido durante todo el año el mejor récord de local (21-2, 4-0 en playoffs). 

González tendrá entonces la chance de conseguir su primer título de Liga Nacional en su cuarto intento. El palmarés que seguramente más quiere, porque ya consiguió una BCLA, jugó una final Intercontinental, consiguió un Súper 8 con Atenas y dos Súper 20, uno con San Martín y el otro con Quimsa. El año pasado, además, fue elegido el mejor entrenador de la temporada, repitiendo en éste, aunque compartiéndolo con Leandro Ramella. 

Uno de los datos más contundentes de su gran momento profesional, es su continuidad. Más allá del 60.1% de triunfos en toda su carrera (8º mejor porcentaje en la historia entre los entrenadores con más de 100 partidos dirigidos), si tomamos desde la campaña 2016/17, sus números son abrumadores. Ese año sumó 44 triunfos y 20 derrotas (68.8%), en la 2017/18 subió a 40-17 (70.2%), luego tuvo la única campaña floja (20-22), y las últimas 3 en Quimsa: 18-3 en la suspendida 2019-20 (¡85.7%!), 36-10 en la 2020/21 (78.3%) y ahora una marca, hasta la previa de la final, de 34-9 (no dirigió 2 partidos por Covid), 79.1%. 

González no ocupa, de todos modos, por su carácter quizá (solo explosivo en la cancha, donde se desinhibe), un espacio grande en los medios, por ejemplo, cuando se habla de candidatos a entrenador de la selección argentina. Tampoco aspira a dirigir en Europa o en el extranjero. Familiero y muy cordobés, vive feliz su presente y se pone más nervioso por los resultados de su hermano Martín (finalista en la Copa Argentina con Independiente de Oliva), que por los propios. El martes empezará a ir en busca de su título tan deseado. Dos horas antes del partido recibirá el llamado de mamá Ana María y después del partido, de papá. En definitiva, ahí está lo que más le importa. 

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