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En la madrugada, Shams Charania destapó un movimiento que no deja de ser llamativo: Jrue Holiday, campeón con Boston en 2024 y símbolo de solidez defensiva, vuelve a ser moneda de cambio. A sus 35 años, el base se marcha a Portland, franquicia que ya lo había adquirido fugazmente tras el traspaso de Damian Lillard en 2023, antes de enviarlo inmediatamente a Boston. Esta vez, los Trail Blazers parecen decididos a quedárselo, incorporando a un veterano de 16 temporadas que, más allá de sus promedios modestos (11.1 puntos y 4.3 rebotes), todavía puede aportar jerarquía y presencia en un vestuario joven.

Para los Celtics, el intercambio responde tanto a una necesidad financiera como a un intento de refrescar su plantilla. Reciben a Anfernee Simons, escolta de 25 años —nueve menos que Holiday—, quien viene de promediar 19.3 puntos y 4.8 asistencias en la última campaña. Simons no solo ofrece mayor poder ofensivo y piernas frescas, sino que además llegará con un contrato expiring (último año de un acuerdo de 100 millones por cuatro temporadas), lo que le permite a Boston ganar flexibilidad salarial: se ahorran cerca de 4.7 millones de dólares y se posicionan mejor para salir del castigo del segundo apron, límite financiero que hoy los encuentra excedidos por 18 millones.

El golpe para Boston no es solo económico ni deportivo: la lesión de Jayson Tatum, quien sufrió un desgarro del tendón de Aquiles en las semifinales del Este ante los Knicks, cambia el mapa de corto plazo. Con su estrella fuera por un largo periodo, el equipo que terminó 61-21 la temporada pasada deberá rediseñar su estructura sin aspiraciones reales de título inmediato. En ese contexto, desprenderse de contratos pesados —Holiday tiene dos años garantizados y una opción de jugador por 37.2 millones para un tercero— se vuelve prioritario. Y Simons aparece como una solución intermedia: útil en cancha y útil en los libros contables.