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Denver y Detroit se enfrentaron hace dos días en Denver y podríamos decir que los trámites fueron similares. Como si Denver se relajara ante uno de los peores equipos de la NBA, sacara una ventaja chica, subestimara a su rival, lo dejara crecer, para luego complicarse solo. Pasó el domingo, pasó hoy. 

Sin jugar bien (como casi siempre), con Jokic haciendo de todo (como casi siempre), con la segunda unidad poco efectiva en ataque (como casi siempre), Denver igual sacó 10 tras dos cuartos tras su primera laguna profunda en el segundo período, solucionada a tiempo con un correcto pasaje de Campazzo, autor de un triple en esa mitad. Poco más. 

Esa diferencia de 8-10 puntos fue constante hasta la mitad del último cuarto, en donde los errores no forzados empezaron a aparecer con mayor continuidad, los malos tiros, las malas defensas, los tiros abiertos no encestados. Obviamente, cuando Detroit vio la puerta abierta quiso entrar, con Cade Cunningham como abanderado (34 puntos, máxima de su año novato), poniéndose a 3 a 5m del cierre. 

Entonces cayó la bomba salvadora de Jokic para poner 6 de luz, situaciones fortuitas que le permitieron cerrar el juego con triunfo, y nada más. Otro partido olvidable de Denver y de Campazzo, que sacando el triple y un pase de fantasía para Jokic, más su habitual intensidad defensiva, mostró poquito: 4 puntos (1/3 triples, 1/2 libres), 2 asistencias, 1 robo y 2 pérdidas en 19 minutos. Sí, su +- fue horrible: -7. Pero eso no cuenta demasiado porque mientras estuvo en cancha jugaron todos mal, incluso Jokic, que se fue con otra planilla deslumbrante (28 puntos, 21 rebotes y 9 asistencias). Ganó Denver 110-105. 

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