Anthony DeVante Edwards, ¿la nueva cara de los playoffs?
08:48 15/05/2025 | Minnesota jugará sus segundas Finales de Conferencia consecutivas. El líder de la gesta tiene solo 23 años y ya liquidó a Durant, LeBron y Curry. Conózcanlo y no lo olviden.
Anthony Edwards no juega como un chico de 23 años. No duda, no titubea, no se esconde. Su explosión ofensiva combina potencia física, recursos técnicos y una confianza que se impone en cada rincón de la cancha. Es un escolta de 1.93 metros, con el cuerpo de NFL y la elegancia de un base clásico. Puede atacar el aro como un tren de carga, frenar en un step-back para clavar un triple, o asistir tras atraer dos defensores. Pero más allá de los números —27.0 puntos, 8.1 rebotes y 5.2 asistencias por partido en estos playoffs— lo que define a Edwards es su fuego competitivo: juega cada noche como si tuviera algo que demostrar.
Nacido en Oakland City, un barrio duro del suroeste de Atlanta, Edwards creció en un entorno donde el talento no alcanzaba. A los 14 años perdió a su madre y a su abuela, ambas por cáncer, en un lapso de ocho meses. Podía haber caído, como tantos otros. Pero eligió otro camino: se refugió en el deporte y en el círculo íntimo que lo rodeaba. Se trasladó a una escuela privada, Holy Spirit Prep, reestructuró sus estudios y se graduó un año antes para llegar cuanto antes a la NBA. Eligió jugar en la Universidad de Georgia, lejos de los reflectores de Duke o Kentucky. Su decisión fue simple: quería estar cerca de su familia.
Desde su llegada a la NBA como pick número uno del Draft 2020, Edwards fue tomando el control de una franquicia que no tenía brújula. Los Timberwolves eran una sombra de lo que alguna vez prometieron. Pero con Edwards, todo cambió. Primero llegaron los highlights; después, las victorias. Hoy, Minnesota disputa su segunda Final del Oeste consecutiva y nadie se anima a llamarlo milagro. El chico que creció admirando a Allen Iverson y jugando al fútbol americano como running back, ahora paga la confianza poniendo al equipo en un lugar donde estuvo únicamente en 2004.
Su estilo de juego es un torbellino de modernidad. Tiene explosión en el primer paso, desequilibrio en el uno contra uno y una lectura del juego que mejora cada año. No le pesa el clutch, y mucho menos el contexto. Frente a los Lakers promedió 26.8 puntos y 6.2 asistencias. Contra Golden State terminó siendo más cerebral: repartió 12 asistencias en el juego decisivo y cerró la serie con una eficiencia de tiro del 71.4%. Ya suma cinco partidos de 40+ puntos en postemporada y es el sexto nombre en tener 1000 puntos de playoffs ante de los 24 años.
Lo más fascinante es que Edwards no parece fascinado con el éxito conseguido hasta ahora. La comparación con Jordan estuvo el año pasado, ahora surge con Kobe Bryant, no solo por su explosividad y talento, sino por su mentalidad. Como el 24 en las Finales de 2009, Edwards repite una y otra vez: “El trabajo no está terminado”. En sus gestos, en sus palabras y en su juego, hay hambre. “No estoy satisfecho. No hicimos nada todavía”. Lo vimos gritándole a Durant en la primera ronda del año pasado, clavándole un triple a Jokic para sentenciar la serie ante Denver, y plantándose ante LeBron sin pedir permiso. La última fue Curry. ¿Quién queda?
La franquicia ya lo reconoció como su presente, su futuro, su representación. Confió en él para ser el líder del proyecto, cambiando a Karl Anthony Towns y dejando un ladero como Julius Randle junto a él, además en el medio de la temporada rechazaron el mega cambio por Luka Doncic. Si la NBA está buscando su próxima superestrella, no tiene que mirar muy lejos: está en Minnesota, viste el 5, y juega como si la historia le debiera algo. El futuro es suyo, pero lo está reclamando ahora.
Pablo Catalá / [email protected]
En Twitter: @basquetplus
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