Especial

Pablo Prigioni, el jugador que siempre fue entrenador

21:09 31/08/2022 | El cordobés llega a la selección en un momento clave y lo hace asentado en su rol de entrenador. Dirigirá al equipo hasta el Mundial 2023.

Prigioni en Minnesota, donde convive con lo más alto del nivel basquetbolístico mundial (Getty)

Es habitual que, cuando uno ve a determinados jugadores, note quién entiende el juego distinto al resto, quién conduce al resto y quién es, como se dice, "el entrenador dentro de la cancha". Pablo Prigioni podría ser el modelo en una conferencia sobre el tema, porque desde que se fue a Europa para fichar por Fuenlabrada, más todavía cuando llegó a la ACB con Alicante, siempre fue un jugador con una cabeza distinta para ver el juego. 

Prigioni, de 45 años (17/3/77), es parte de la camada 1975-1979 que dio vuelta la historia 180 grados en el básquetbol argentino. Tardó en sumarse a la Generación Dorada pero, sobre todo desde la llegada de Sergio Hernández a la conducción y desde el Preolímpico del 2007, se adueñó del puesto de base y fue el cerebro del equipo durante 7 años, hasta su retiro de la selección. 

Llegó a la NBA con 35 años en el 2012 y así ingresó en otro mundo que lo cautivó por completo. Estuvo 4 temporadas en 3 equipos distintos y convivió de cerca con estrellas del calibre de Carmelo Anthony, Jason Kidd, James Harden, Chris Paul y Paul Pierce, entre otros, pero sobre todo empezó a darse cuenta que el juego estaba yendo para otro lado. 

Para la temporada 2016/17, se esperaba que volviera a Houston para disputar esa campaña, pero fue cortado y tomó la decisión de volver al Baskonia como jugador. A los pocos días, en medio de un entrenamiento, dijo basta y nunca más volvió a jugar. Así fue siempre: convencido de lo que iba a hacer, poco modificable por la opinión de otros. 

Al año siguiente, ya definitivamente enfocado a su futuro como entrenador, tomó al propio Baskonia, generando una situación extrañísima. Renunció tras menos de un mes, el 25 de octubre del 2017, luego de caer ante Valencia de local 80-63 por la Euroliga, donde empezó con récord de 0-3. En la ACB estaba 2-3 y, tajante, dio un paso al costado: "No voy a seguir en el equipo. Estoy frustrado por no poder cumplir las expectativas que me puse yo principalmente, y las que puso el club sobre mí". 

 

Lo que pasó después fue poco común: todos los jugadores fueron a la casa de Pablo a pedirle que diera marcha atrás, que ellos eran los responsables de lo que estaba pasando y que estaban rindiendo al 20%. Pero Pablo, como siempre, no se dejó convencer. Pablo había intentado jugar en el básquet FIBA un estilo NBA, de altísima intensidad y movilidad, con rotaciones permanentes en defensa y no logró hacerlo funcionar. Fue una combinación entre la idea adelantada de Prigioni (demasiado adelantada) y la imposibilidad de sus jugadores de adaptarse al nuevo sistema. Hoy, es como se juega en Europa. 

Al año siguiente, le llegó la primera chance de ir a la NBA como asistente de Kenny Atkinson en Brooklyn Nets y entonces empezó su carrera dentro de la mejor competencia del mundo, donde no solo están los mejores basquetbolistas, sino las mejores condiciones de trabajo para aprender también como entrenador, con tecnología aplicada que va cada vez más adelantada al resto del mundo. Después de un año en los Nets, pasó a Minnesota, con rol más activo, primero con Ryan Saunders y ahora con Chris Finch.

Hoy, los Wolves son uno de los equipos que más expectativa provocan, porque a la llegada de Anthony Edwards, el crecimiento de Karl Anthony-Towns y el surgimiento de otros jóvenes, se produjo el aterrizaje de Rudy Gobert, para armar una dupla que amenaza con ser gravitante. Prigioni tendrá su cuarta temporada allí en la 2022/23, y su quinta en la NBA. 

Algún despistado podrá decir que no tiene la experiencia como entrenador jefe. Error gigante. Pablo está viviendo la experiencia desde adentro de la NBA. Disney. Es nuestro único representante en el lugar donde todo va avanzado. Aprovechar este momento, en el que se encuentra en plenitud, será una oportunidad única para la selección y sus integrantes. 

¿Qué le espera a Prigioni? Primero, sortear una situación incómoda, pero que como exjugador e incluso excompañero de algunos actuales (Delfino, Campazzo, Lapro, Taya, Delía), conoce qué pasa por la cabeza de cada uno. Con Gonzalo García convivió mil años y con Leo Gutiérrez otros mil, con lo cual esa parte debería no ser un problema. Esperar que Argentina en la Americup juegue como va a jugar luego el equipo de Pablo es esperar demasiado. Prigioni, de hecho, no estuvo en buena parte de la preparación (después de Canadá viajó a EEUU y no fue a MDP), con lo cual seguramente buscará emprolijar la tarea ya hecha, acomodando los (varios), problemas de comunicación que había. Le agregará seriedad, algo no menor hoy.

Después, seguramente le pondrá su impronta, aunque no le será tan fácil para las ventanas de noviembre y febrero, primero porque faltarán 5 piezas clave (Campazzo, Bolmaro, Lapro, Deck y Luca Vildoza), y segundo porque ni él ni los jugadores tendrán mucho tiempo para entrenarse. Imaginamos mucho cruce de información durante estos meses por mensaje: videos, sistemas, ideas. Todo corto y preciso, como se estila en el básquet moderno. Pablo sabe que tendrá que adaptar su idea al personal disponible, tanto en las ventanas como después, porque la realidad argentina cambió desde el año pasado con el retiro de Scola. 

Con los Wolves mantendrá su vínculo como hasta ahora, repitiendo por ejemplo lo que hizo Sergio Scariolo con España y Toronto en las ventanas para el Mundial 2019, saliendo una semana o diez días para dirigir los partidos. 

Según fuentes le confiaron a Básquet Plus, aunque el comunicado de CAB dice que el acuerdo con Pablo es por estas dos ventanas, en realidad es con Mundial incluido, siempre que se logra la clasificación, obviamente, y sospechamos que también será hasta París 2024 si se logra el boleto.

Empieza una etapa nueva, para surfear la tormenta desatada ayer. Probablemente Pablo sea el mejor piloto posible para este momento. 

Compartir