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"Creo que he visto a Dios disfrazado de jugador de básquet." La frase le pertenece a un tal Larry Bird y fue vociferada unos minutos después de un partido de primera ronda de playoffs entre Chicago Bulls y sus Boston Celtics de 1986. ¿Qué provocó que el MVP reinante y una de las dos piezas de la dupla que dominaba la NBA por esos tiempos soltara semejante elogio? Que, del otro lado, un joven llamado Michael Jordan había establecido el récord de anotación en la postemporada, con 63 puntos.

La historia demuestra que los orgullosos verdes se llevaron el triunfo por 135-131 en doble tiempo suplementario. Sin embargo, el dominio del muchacho, que por ese entonces tenía 23 años, fue total. "Pusimos a casi todo el equipo a intentar frenarlo", añadió Bird luego. Y es cierto: 42 de sus 63 tantos los marcó ante Danny Ainge y Dennis Johnson, dos de los más férreos defensores de la liga. En aquella noche, el escolta lanzó 43 veces al aro y apenas tres de ellas no estuvieron contestadas por un rival.

Además de acarrerar a los Bulls con sus canastas y forzar el primer tiempo suplementario con dos tiros libres, MJ lideró a su plantel con seis asistencias. No eran tiempos en los que la franquicia tuviera demasiados componentes para rodearlo de la mejor manera. Y los Celtics, a la postre campeones durante esa temporada, barrieron la serie en tres partidos. Pero, durante esos cotejos, Jordan se encargó de demostrar lo que iba a hacer en el futuro: promedió 43,7 puntos, la marca individual más alta en una eliminatoria.