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En los inicios de la Liga Nacional, había algunas cosas muy claras, lo que significa en sí mismo que fuera algo bueno. Ferro y Atenas dominaban la Liga, Luis Martínez era el coach de los porteños y Walter Garrone, el de los cordobeses. Por el lado de Atenas, la ecuación duró varios años. Garrone fue el técnico griego hasta 1990/91 y, tras un impasse, volvió en 1992/93 y luego dirigió unos partidos en 1994/95, pero ya era otra historia. 

A Garrone lo reemplazó en 1991 su asistente, que prometía: Rubén Magnano. Rubén estuvo 3 años más, se fue, volvió en 1996, se quedó otros 3 años, volvió a irse y retornó en 2008 para darle a Atenas su último título de Liga Nacional, en la 2008/09. En el medio, los cordobeses recurrieron básicamente a técnicos locales, con una excepción: el bahiense Pablo Coleffi (dirigió en 2 etapas a Atenas), que aunque llegó a la final en 1995/96, nunca tuvo el apoyo total de la gente. Después, fueron caras conocidas: Mario Milanesio o Medardo Ligorria. 

Horacio Seguí fue la primera apuesta exterior (no cordobés), que les salió bien, porque ganó la 2001/02, pero en la siguiente fue cortado y reemplazado por Huevo Sánchez, que también se coronó campeón. Sin embargo, no renovó y entonces vinieron dos años de Mario Milanesio, uno de Enrique Tolcachier, otro de Milanesio (cortado y reemplazado por Ligorria) y uno de Bualó (reemplazante de Ligorria). 

Eran épocas de vacas flacas, sin Lábaque en la dirigencia. Cuando Felo volvió, colocó a Magnano y fue campeón, pero en el torneo siguiente se pelearon y Rubén renunció, comenzando de alguna manera el descalabro ateniense con los entrenadores. Lo reemplazó Huevo Sánchez (otra vez) y llegaron a la final, pero con el fichaje de Sebastián González en 2010 empezaría algo habitual: corte, cambio, corte, cambio. 

González fue el último que empezó y terminó una temporada hasta Casalánguida el año pasado. De hecho, González fue el último con el que Atenas consiguió un título (Súper 8 2010). Al año siguiente (2011) fue cortado y reemplazado por el Che García, que no empezó la 2012/13. Fue el turno de Alejandro Lotterio, pero pese a su sangre cordobesa, no terminó el año (se fue solo), y llegó Polo López. 

De ahí en más, fueron cambios y más cambios: López, Milanesio, Arrigoni, Pablo D'Angelo, Gustavo Miravet, Carlos Romano, Adrián Capelli, otra vez Miravet, Osvaldo Arduh, hasta que, como primera movida como manager, Bruno Lábaque eligió a Nicolás Casalánguida para dirigir el barco en 2017. 

Con buen presupuesto, Atenas jugó una temporada fantástica (3º en la Liga, clasificación a la Liga de las Américas), consiguiendo su mejor récord y posición desde el título en la 2008/09. Sin embargo, una baja pronunciada del monto designado al plantel, hizo que se fuera la base del año pasado (Sims, Meyinsse, Johnson, Cantero) y se apostara por los pibes del club (Baralle, Lema, Chiarini, Lallana, Gutiérrez, etc).

La apuesta salió mal, porque además de no funcionar al nivel esperado, se vio afectada por muchas lesiones, cambios de extranjeros, desgaste por la competencia internacional y extras. Esta semana, tras quedar eliminado en semifinales de la LDA, Atenas decidió cortar a Casalánguida y volver a buscar una solución de emergencia en Arduh. Casi una constante en estos diez años.

Para la Liga Nacional, la presencia protagónica de Atenas siempre ha sido un factor que mejora las posibilidades de éxito en la competencia. Es el único con presencia perfecta desde 1985 y sinónimo de triunfos, lo que le permitió ser popular en toda la Argentina, algo extraño para nuestro deporte. Más allá de cómo le vaya a Arduh, que tiene un gran trabajo porque van últimos, a 2 partidos del 18º (faltando 20 juegos), ojalá la experiencia de este año le sirva a Atenas para recuperar su historia, la más grande que tiene un club en la Argentina.