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No hay dudas de que entre todos aquellos equipos que terminaron en el Top 10 de victorias en la campaña 2015/16, ninguno pasó más desapercibido por la prensa y los seguidores que los Charlotte Hornets. Sin nombres rutilantes ni un mercado demasiado llamativo, los de Steve Clifford estuvieron completamente fuera del radar en la 2015/16 y todo indica que así volverá a ser en esta campaña. Ellos, agradecidos.

El tema es el siguiente: Charlotte no solo no ha tenido una historia rica en fase regular, sino que tampoco ha conseguido avanzar en los playoffs, algo en lo que volvieron a fallar en el 2016 (3-4 vs Miami). Mientras la franquicia de Jordan no de algún golpe importante en la postemporada, su récord de triunfos y caídas poco importará. Y en gran medida, está bien que así sea.

La diferencia de este Charlotte con otros planteles de la era Bobcats pasa por el balance. Mientras en años anteriores se trataba de un gran equipo defensivo, con limitaciones en ataque, en esta ocasión nos encontramos con un grupo muy variado, con distintos recursos y virtudes. En el quinteto inicial despliegan el desequilibrio de Walker, la creación y versatilidad de Batum, la defensa de Kidd-Gilchrist y el tiro de Williams, con un único punto realmente flojo: la posición de pivote, hoy en poder de Cody Zeller.

Zeller tiene futuro en ambos costados de la cancha, pero hoy está lejos de ser un pivote dominante. Para intentar apoyar al ex de la Universidad de Indiana trajeron a Roy Hibbert, quien si bien ha perdido muchísimo valor en la competencia, sigue siendo capaz de dar buenos minutos defensivos, ante ciertos rivales específicos.

De hecho, Charlotte no solo tiene un quinteto inicial sólido, sino una banca rendidora y con la capacidad para dar descanso de calidad a los titulares: jugadores como Sessions, Belinelli, Lamb, Kaminsky o Hibbert, no son estrellas, pero cumplen dentro de sus distintos roles y con la excepción del joven Kaminsky, están probados a este nivel.