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De la industria farmacéutica a la NBA: el caso Brad Stevens

17:07 03/09/2020 | La historia del entrenador de los Boston Celtics es una de las más interesantes que tiene la competencia estadounidense.

Foto: Getty Images

Cualquiera que haya consumido NBA durante las últimas siete temporadas sabrá que en los Boston Celtics hay una constante: se llama Brad Stevens y se encuentra en el banquillo, más allá de qué personal tenga y cuántas estrellas arriben o se hayan ido. Su capacidad invita a pensar que se preparó durante toda la vida para ese trabajo. Y, si bien en parte es cierto, la realidad indica que estuvo muy cerca de hacer carrera en otra industria: la farmacéutica.

La relación del actual entrenador de la franquicia de Massachusetts con el básquet siempre estuvo allí: a pesar de que jamás fue una figura, recibió una beca para jugar en la Universidad de DePauw, perteneciente a la Division III de la NCAA. Esa etapa le mostró la realidad: no sería un basquetbolista profesional y debería buscar otros horizontes. Entonces, al graduarse, aceptó un trabajo en la firma farmacéutica Eli Lilly.

Su salario era alto y tenía posibilidades de ascender en el organigrama. Sin embargo, a Stevens lo llamaba la pelota. No podía despegarse de esas ganas de estar en una cancha y, sobre todas las cosas, de enseñar las cosas que sabía y había aprendido. Estudioso de las complejas telarañas del juego, siempre lo cautivó el hecho de entrenar a un equipo. Lo hizo con la Universidad de Butler en un campus de verano, pero nada más allá de eso. Hasta que, en el 2000, lo captaron como asistente voluntario de esa institución. Poco tiempo después, una sanción de uno de sus compañeros hizo que lo ascendieran a Director de Operaciones de Básquet, cargo del que se ocupó durante un año. Aprender las tendencias defensivas. Desentrañar los secretos del sistema rival. Minimizar virtudes y exprimir falencias. En esas horas de análisis, Stevens se volvió un erudito.

En 2007, Todd Licklite dejó Butler para irse a Iowa y los directivos confiaron en él para ser el nuevo entrenador en jefe. A partir de ese momento, su nombre comenzó a tener resonancia en el mundo de la NCAA. En 2010, alcanzó la Final Four y perdió el juego decisivo ante Duke por 61-59. Gordon Hayward, a quien hoy dirige, estuvo a punto de anotar un triple desde mitad de cancha en el segundo final pero la pelota no entró y se quedaron con las manos vacías. Un año más tarde, corrieron con la misma suerte ante Connecticut. ¿Quién era la estrella de esa universidad? Kemba Walker, actual base de los Celtics.

A pesar de que muchos programas universitarios lo tentaron con ofertas millonarias, Stevens dio el salto hacia el escenario más grande en 2013, cuando firmó contrato con Boston. Desde ese entonces, sólo se perdió los playoffs en una temporada (la primera) y llegó a las Finales de Conferencia en 2017 y 2018. Su récord en la etapa regular es de 318 victorias y 246 derrotas y sólo presentó una marca negativa en dos años. Con el tiempo, se ha transformado en uno de los líderes más claros que tiene la NBA. Alguien capaz de explotar los recursos que posee y de plantear desarrollos competitivos ante cualquier contrincante. Una mente nacida para el básquet, que estaba destinada a llegar a la mejor liga del mundo.

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