NBA 2019/20

Devin Booker, el pibe de oro que se hizo de abajo

17:26 11/08/2020 | A los 15 años dejó todo para irse al equipo de su padre, un exjugador de básquet profesional. Desde ahí no paró. La radiografía de una estrella.

Booker está en ascenso (Foto: NBA)

Es una de las sensaciones NBA y debió luchar para llegar a este momento. Su papá fue basquetbolista profesional y no lo tuvo siempre cerca. A los 15 se mudó a un colegio más humilde para entrenar con él. Dejó todo atrás para crecer y comenzar a diseñar su futuro con sus propias manos. Esta es la historia de Devin Booker. 

Devin Armani Booker nació un 30 de octubre de 1996 en Grand Rapids, Michigan. Su papá es Melvin Booker, un exjugador de básquet profesional y su mamá es Victoria Gutiérrez, de raíces mexicanas. 

Sus padres nunca se casaron y Devin siempre vivió con su mamá. Melvin era un basquetbolista profesional que no tuvo suerte en Estados Unidos y se labró una carrera en el exterior. Jugó en Italia, Rusia y Turquía tras no tener suerte en la NBA. 

En Estados Unidos el armador disputó un total de 24 partidos, entre 1995 y 1997. Se visitó para los Rockets (en donde compartió equipo con Hakeem Olajuwon y Clyde Drexler), Nuggets y Warriors, pero en ninguno encontró lugar Luego se fue al VL Pesaro (el club actual de Carlos Delfino) y al Armani Milano (de allí viene el segundo nombre de Devin).  

Un lugar llamado Grandville 

Devin se crio en los suburbios de Rapids, en un lugar llamado Grandville. No sufrió lo que vivió su papá en su niñez y pasó su niñez en una comunidad tranquila, de alrededor de 15.000 personas. Visitaba a Melvin en los veranos, por aproximadamente dos meses, cuando él no jugaba en el extranjero. 

En 2008 Melvin tomó una decisión. Rechazó un contrato del Milano y se volvió a Estados Unidos para ser asistente de Moss Point High School. Tenía el deseo de que Devin se mude a su zona para dar un salto en su carrera. 

Sin embargo, Devin no estaba listo para dejar su ciudad y se mantuvo un tiempo allí. En las llamadas por Facetime, Melvin notaba que su hijo no tenía ética de entrenamiento. "¿Quéres que entrene dos horas con el equipo y después me quede a tirar?", le dijo una vez de manera irónica y recriminadora. 

Dejarlo todo para crecer 

Afortunadamente, luego de su año freshman Devin decidió irse a vivir con su padre. Moss Point no era Michigan y el colegio tampoco era lo que siempre tuvo. Las carencias sobraban y casi todos eran de ascendencia afroamericana y humilde. Melvin creía que así valoraría lo que tenía.  

El comienzo no fue para nada fácil. Cuestiones raciales por ser mestizo, incomodidad por haber dejado a su familia y amigos y una salida abrupta de su zona de confort casi lo obligaron a volverse a Michigan. No obstante, Devin se fortaleció y día a día soportó las adversidades. 

Poco a poco fue creciendo y su talento explotó a base de trabajo duro. En su primer año promedió 22.8 puntos que le permitieron ser el jugador del año de South Mississippi, a la vez que en su segundo año jugó de base y creció aún más (29.7 puntos). Su última temporada a nivel secundario no fue la excepción y promedió 30.9 puntos que le permitieron quedarse con el título de máximo anotador histórico del colegio: 2.518 puntos. Además, participó del prestigioso McDonald´s All-American junto a otras futuras estrellas NBA. 

Destino: Kentucky 

Al final del día terminó siendo sabia su decisión de dejar todo atrás y dio un paso importante en su carrera. Muchas universidades se pelearon por tenerlo, pero en pocas puso sus ojos. La universidad de su padre, Missouri, fue una opción, pero él eligió Kentucky.  

Allí conformaría un grandioso equipo con Karl-Anthony TownsTrey Liles y Tyler Ulis. No fue titular y empezó de abajo. Siempre salió desde la banca y promedió 10.0 puntos, lanzando a un 41.0% de tres. Además, ganó el premio al mejor sexto hombre de su conferencia. Muchos pensaron que estaba muy verde y que tenía que quedarse otro año en la NCAA. Ni caso, Devin se presentó al Draft de la NBA de 2015 y todo siguió de la mejor manera. 

Aquel sueño que había empezado al mudarse con su progenitor se estaba vislumbrando. Sus padres estaban sentados a su lado. Era el Draft y nada podía salir mal. Silver lo llamó con el pick 13 y los Suns materializaron sus noches de desvelo y divagación en las que se creía un campeón. 

Su papá lloró cuando escuchó el nombre y su apellido. De alguna manera, su hijo cumplió su objetivo. Sin vivir a través de él, Devin cargó a todos sus antepasados en aquel saludo con Silver. Y lo mejor, como siempre, estaba por venir. 

Hacia rutas salvajes 

Debutó en la NBA antes de cumplir 19 años y en aquel partido contra Dallas Mavericks se convirtió en el primer jugador en disputar un partido de la liga a los 18, luego de estar al menos un año en la NCAA. 

Primero 13.8 puntos en su campaña de novato. Luego 22.1 en la 2016/17, 24.9 en la 2017/18 y 26.6 en la 2018/19. Grandes números, pero vacíos, ya que jugaba solo para él mismo, sin enfocarse en otras facetas. 

Esta temporada eso empezó a modificarse gradualmente. Ya no jugó para él, sino para el equipo y para ganar. Desde involucrar más a sus compañeros en ataque a enfocarse en defensa, Booker por fin está dando el salto definitivo y los Suns, que hasta el día de hoy se mantienen con invictos, y con chances de entrar al play-in, lo disfrutan. 

Bajó un poco su promedio de puntos (de 26.6 a 26.1), pero creció en compromiso, algo que todo líder debe aportar. Ya no es aquel chico flaco con habilidad para anotar. Es un jugador más completo.  

Ni el cielo es el límite 

Lo que más asusta es su techo, que cada vez se eleva más. Devin juega por su padre y por él. Dejó todo para llegar a lo más alto, sin que nadie le regale nada. México, Estados Unidos y una familia a sus espaldas.  

¿Booker? A por todo 

 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

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