NBA 2019/20

Donte DiVincenzo, la cenicienta de la NCAA que llegó a la NBA

22:12 28/12/2019 | Actualmente es el base titular de Milwaukee Bucks, pero antes era un suplente más en Villanova. Un March Madness lo cambió todo.

DiVincenzo se convirtió en titular (Foto: NBA)

El Ragú es un guiso que consiste en estofar trozos de cualquier tipo de carne en sus propios jugos con una salsa. El origen del plato es francés, pero los italianos lo tomaron como propio. El término procede del verbo ragoûter, que significaba dar gusto y despertar el deseo. 

Al igual que esta famosa comida europea, Donte DiVincenzo fue apodado de la misma forma hace un año, tras anotar un tiro de dos en la última jugada del partido en el que Villanova venció a Virginia. El narrador a cargo de la retransmisión televisiva tatuó en la espalda de Donte el sobrenombre de el Gran Ragú. Al finalizar el encuentro, el nacido en Delaware asumió irónicamente que el apodo era motivo de su procedencia italiana y su colorado cabello. 

A partir de ese momento su juego comenzó a crecer, fue elegido para integrar el quinteto ideal de la conferencia Big East y fue galardonado con el premio al novato del año en el 2017. La temporada siguiente el escolta tuvo un gran año, que finalizó de la mejor manera posible: poniendo la guinda del pastel en la final de la NCAA, en la que anotó 31 puntos que permitieron a Villanova consagrarse campeón del torneo universitario. 

Un comienzo difícil para DiVincenzo 

Pero su camino fue complicado y siempre estuvo marcado por las adversidades. Tras haber promediado 22,9 puntos, 9 rebotes y 4 asistencias en su último año de secundaria, Donte consiguió una beca deportiva para jugar con Villanova University. Sin embargo, con apenas ocho partidos disputados en su primer año con los Wildcats, el número diez se fracturó el quinto metatarsiano de su pie derecho, lo que le haría perderse el resto de la temporada. 

La rehabilitación de la lesión no era fácil y al joven de 19 años le esperaba un largo camino por delante. Al finalizar la temporada, el escolta se negó a volver a su ciudad natal de vacaciones y se quedó en el campus de Villanova a seguir trabajando en su vuelta al rectángulo de juego. Tras duras sesiones con el equipo de médicos y kinesiólogos de la universidad, el escolta ya estaba practicando en la cancha a las tres semanas de haberse operado. 

Con su físico en forma y su lesión ya recuperada, DiVincenzo estaba listo para demostrar de qué estaba hecho. Saliendo desde el banco, Donte promedió 8,8 puntos y 3,8 rebotes por partido en la temporada 2017. Capacidad atlética inusual, una mecánica de tiro casi perfecta y una gran defensa eran las cartas de presentación de un chico que sobresalía por sacrificio más que por talento. Su techo, sin embargo, estaba lejos de ser alto y los ojeadores de la NBA no sabían ni esperaban mucho de él. 

Desde el banco 

En su segunda temporada en la NCAA, DiVincenzo consiguió la regularidad que tanto buscaba y hasta se dio el lujo de haber sido el mejor sexto hombre de la competición, pero su nombre, como el de Mark Felt en el caso Watergate, continuaba oculto, sin aparecer en ninguna de las previsiones del draft que pronostican la posibilidad de los jugadores de ser seleccionados por equipos NBA. Ni siquiera él estaba decidido a presentarse al propio draft. Era algo que no pasaba por su cabeza. 

Todo cambió a partir del March Madness, instancia en la que todos los equipos clasificados comienzan a enfrentarse unos a otros con la modalidad de eliminación directa. Poco a poco, la participación de Donte fue aumentando y su nombre comenzaba a sonar como un canto de sirenas para los fanáticos de la pelota naranja. Finalmente, Villanova consiguió llegar a la final de la NCAA. En sus filas estaban jugadores con potencial NBA de la calidad de Mikal Bridges o Jalen Brunson y todos los ojos estaban puestos en ellos dos, los líderes de los Wildcats a lo largo de la temporada. 

Sin embargo, el héroe y mejor jugador de la final no fue ninguno de ellos. El gran protagonista del encuentro fue nada más y nada menos que Donte DiVincenzo. Como una hormiga, el número diez hizo su trabajo en silencio y apareció de la nada para anotar 31 puntos que permitieron a Villanova conseguir su tercer campeonato nacional en la historia de la universidad. 

Un nuevo mañana 

Después de su espectacular desempeño en la final, Donte fue colocado entre los 20 mejores candidatos universitarios en las predicciones de los especialistas. Su capacidad atlética para tapar a los rivales, su defensa con gran habilidad para desplazarse lateralmente, un gran tiro de larga distancia (40,1 por ciento en la última temporada) y la personalidad que mostró en la Final Four de la NCAA le permitieron trepar rápidamente en el ranking y soñar con la ilusión de ser tenido en cuenta por muchos equipos de la NBA. 

Luego de algunas semanas de indecisión, DiVincenzo dejó de lado Villanova y decidió presentarse al draft. Tras días y días de nerviosismo, la hora del sorteo había llegado y el frío barrio de Brooklyn, New York era el lugar que albergaría el sueño de todas las jóvenes promesas. Los primeros puestos fueron para Marvin Bagley, Luka Doncic y DeAndre Ayton, entre otros. Pero la sorpresa llegó cuando a Milwaukee Bucks le tocó elegir. 

Adam Silver, el comisionado de la liga, se acercó al micrófono, la tétrica melodía previa sonó suavemente y sus labios pronunciaron: “con el pick número 17, Milwaukee Bucks selecciona a Donte DiVincenzo de Villanova University“. Inmediatamente, el escolta se agachó y agarró su cabeza con las dos manos, no lo podía creer. Después, abrazó a sus padres y subió al escenario para ponerse la gorra del equipo esbozando una sonrisa de oreja a oreja que no podía disimular. 

Pero el título es secundario y su selección son secundarios. Lo que nadie olvidará es la historia del gran Dante, aquél que pasó de mendigo a millonario en cuestión de horas. Esa Cenicienta que se convirtió en Princesa. Aquél que no estuvo en ningún pronóstico del draft a lo largo del año, pero que fue seleccionado por Milwaukee Bucks en el puesto 17. Aquél que demostró que soñar no cuesta nada y que los límites los coloca uno mismo, pero que están allí… para romperlos. Porque es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites. 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

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