Informe

El día que Oscar Schmidt le ganó a Estados Unidos

20:17 07/01/2020 | El brasileño tuvo un excepcional segundo tiempo y consiguió que los cariocas derroten a los norteamericanos 120-115.

Schmidt fue una leyenda FIBA (Foto: Grantland)

Oscar Schmidt era conocido por su puntería y su leyenda se extendía a lo largo y ancho de cada país y continente. Desde Argentina hasta España, Estados Unidos y Australia, nadie estaba excento de su magia. Obsesivo del entrenamiento, dicen los que lo conocen que lanzaba aproximadamente 500 triples por día. Le decían el Mano Santa y su muñeca alcanzó una de sus máximas expresiones en el escenario más apto, ante el mejor seleccionado del mundo y en el mejor momento posible.

Ante Estados Unidos, en los Juegos Panamericanos de 1987, el brasileño fue intratable y marcó 35 de sus 46 puntos totales en la segunda mitad, para que los cariocas se lleven la victoria por 120-115, ante un conjunto norteamericano que miraba atónito los lanzamientos a mansalva de un jugador que hasta ese momento no había alcanzado el apogeo que lo mantiene como una leyenda viva hasta la actualidad. 

Sin más preámbulos, corría el año 1987 y los Juegos Panamericanos comenzaban a llevarse a cabo. En esa época, Estados Unidos jugaba las competencias internacionales con chicos pertenecientes a la NCAA, por lo que viajaron talentos de la calidad de Pervis Ellison, Keith Smart, Rex Chapman, Dean Garrett y David Robinson, entre otros. Confiados, los nortemaricanos empezaron el partido como si fuera cualquier otro y al término de la primera mitad se imponían 68-54. Hasta acá todo era normal, pero luego comenzaría a acrecentarse la leyenda del Mano Santa. 

Viendo rojo por los ojos y largando vapor por las orejas, Oscar Schmidt comenzó a jugar en serio en el segundo tiempo. Desde triples a la carrera, jugadas en el poste bajo, giros y tiros en suspensión, el carioca fue una fuerza indómita a partir del primer minuto del tercer cuarto. Tal fue su dominio que marcó 35 de sus 46 puntos en este periplo, dejando a los norteamericanos sin pablabras o reacciones. Como un tornado, nadie sabía lo que iba a suceder, sólo el bueno del tirador sudamericano. Finalmente, Brasil terminó imponiéndose gracias a sus últimas conversiones y Estados Unidos fue derrotado como pocas veces antes en el pasado (120-115). 

El partido fue una revolución en el momento, por lo que consiguió Oscar Schmidt en 20 minutos y por cómo Brasil logró derrotar a uno de los equipos más invencibles de aquella época. "Esa victoria ayudaría a cambiar las reglas. Yo fui parte de esas modificaciones", reconoció Oscar un tiempo después. Y de que manera lo hizo, sentando precedentes para que luego selecciones europeas y sudamericanas consigan derrotar al gigante del norte. 

Con las manos de seda y una determinación total, Oscar demostró que no le tenía miedo a nadie y que cuando estaba en estado de trance no había forma de pararlo. Como todo gran jugador enfocado, lo único que se puede hacer es suspirar, respirar, cerrar los ojos y contar las horas, minutos y segundos para que todo termine. A su merced, simplemente Oscar Schmidt. 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
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