Atenas 2004

El partido en el que Argentina asustó al Dream Team antes de jugar

17:23 10/01/2020 | Argentina se enfrentaba a Estados Unidos por las semifinales de los Juegos Olímpicos 2004 y en el túnel cantaron hasta dar miedo.

Oberto y Scola fundidos en un abrazo (Foto: FIBA)

El año es 2004 y están a punto de disputarse las semifinales de los Juegos Olímpicos de Atenas. La selección norteamericana sale al túnel tranquila, confiada en que el pase a las semifinales dependía de ellos. Tim Duncan estaba con unos auriculares impresionantes, Allen Iverson miraba al techo como un alumno castigado y los entrenadores esperaban su momento de ingresar a la cancha. En ese momento, el conjunto celeste y blanco apareció como un todo, cual Bosón de Higgs formando una particula única.  

Primero los miraron y estaban cautos. Luego, como la calma que antecede al huracán empezaron a saltar y cantar. ¡Hijos nuestros, hijos nuestros! Esbozaban todas y cada una de las personas que portaban un escudo con el sol en el pecho. Parecían estar locos, enfermos y desquiciados. No le tenían miedo a nada ni nadie, estaban jugados y lo sabían. Se iban a comer la cancha como perros rabiosos. Había hambre de gloria. 

En la cancha el resultado fue el mismo. A base de defensa, juego colectivo e inteligencia, Argentina le propinó una verdadera paliza a uno de los seleccionados más dominantes de la historia. Ni Iverson, ni Wallace, ni el propio Duncan pudieron hacer nada. Estaban hipnotizados por unos sudamericanos que se robaron la escena, el enfrentamiento y la futura chance de disputar la medalla de oro ante un rival que todavía no se conocía. 

Ese canto terminó siendo el preludio de un campeonato, pero también la gota que revasó el vaso de un seleccionado norteamericano que a partir de ese partido cambió por completo la visión de su programa. Desde ese momento, Estados Unidos aprendió que debía adaptarse al básquet FIBA o estaría perdido. Incluso hasta el día de hoy, Greg Popovich (quien en ese entonces era asistente técnico del equipo) reconoce que fue la derrota más dura de su carrera. 

Ese canto también fue un legado que se mantiene hasta los tiempos actuales y que como un relato pasó de generación en generación. Su sonido habla de proezas, de esfuerzo, de luchas y de grandeza. Quienes la cantan portan una mochila y llevan el peso de la gloria. Representan un país, un equipo y un selecto grupo que todo lo pudo. Ese canto es Argentina, y Argentina es ese canto. 

 

 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

Compartir