NBA 2019/20

La historia de Joel Embiid, el jugador más carismático de la NBA

09:16 16/03/2020 | A pesar de que tardó poco en convertirse en una estrella de la liga, su relación con el básquet no lleva muchos años. Un repaso a su camino hasta Estados Unidos.

Embiid, la estrella de Philadelphia 76ers. (Foto: Getty Images.)

La actualidad suele nublar. Provoca que muchos olviden el pasado y pierdan el rastro de lo que sucedió para llegar hasta ese momento. Ver jugar a Joel Embiid invita a pensar que el pivote de Philadelphia 76ers creció con una pelota de básquet bajo el brazo. La realidad, como a veces sucede, es muy distinta a esa suposición.

El primero de tres hermanos nació el 16 de marzo de 1994 en Yaoundé, la capital política de Camerún. Es hijo de Christine y de Thomas, coronél de la Fuerza Militar de su país. Si The Process destaca por su soltura dentro de una cancha no es precisamente gracias a una infancia dedicada al juego. Embiid apenas tiró a un aro durante su niñez, en la que repartió su tiempo entre el fútbol, el handball y el vóley. Por este último tuvo la posibilidad de ir a jugar profesionalmente a Francia, pero desistió.

¿Qué fue lo que llevó al joven camerunés a enamorarse del deporte que lo haría estrella? Nada menos que un vídeo de la liga en la que años después acapararía todos los flashes: el séptimo partido de las Finales del 2010, en las que Kobe Bryant y Los Angeles Lakers se impusieron a los Boston Celtics para vengarse de lo ocurrido dos temporadas antes. Luego de la trágica muerte del escolta, Embiid pidió vestir el dorsal 24 (está retirado en los 76ers) para honrarlo en un juego.

Pese a que su padre no estaba de acuerdo, logró convencerlo y acudir al campus de Luc Mbah Moute, africano de larga trayectoria en la NBA que se convertiría en el mentor de su carrera. Sin saberlo, le había dado inicio al famoso Proceso: "Primero, pensé en no ir porque creía que apestaba. Que no era lo suficientemente bueno. Mi entrenador me dijo que vaya y fui. Sentí que no lo había hecho tan bien, pero Luc volvió con una beca para llevarme a Montverde Academy."

Sin embargo, nada de lo que había visto ni oido de su nuevo deporte lo marcó tanto como una cinta que su entrenador le entregó como regalo. En ella se reproducían las mejores jugadas de Hakeem Olajuwon, uno de los mejores y más versátiles de todos los tiempos. Embiid comenzó a verlo todos los días y a imitar sus movimientos. Repetición tras repetición. Los frutos de aquella obsesión pueden verse cada vez que él sale a la cancha.

La mudanza a los Estados Unidos se hizo inevitable. Florida fue su primer lugar en el extrajero. Llegó al secundario de Montverde, alma máter de Mbah Moute. Y, aunque su poderío físico prometia un dominio absoluto, lo primero que Embiid escuchó de sus compañeros al verlo jugar fueron risas y burlas. Se picaba la pelota en los pies. Chocaba en todos los bloqueos. El ritmo de un partido con reglas y sistemas establecidos era algo totalmente nuevo en su vida. Kevin Boyle, entrenador del equipo, vio su potencial detrás de todas esas asperezas y no dudó en poner en su lugar a todos aquellos que lo trataban de bruto: "Dentro de cinco años, le pedirán préstamos a este chico. Valdrá cincuenta millones de dólares." El tiempo le dio la razón.

Demasiadas peleas con sus colegas y algunos problemas con el idioma hicieron que el camerunés partiera hacia el norte del Estado. Nuevos aires en The Rock Highschool y un equipo preparado para que él demostrara todo su potencial. La NBA comenzó a observarlo y, desde las universidades, no paraban de llover propuestas. En total, fueron trece. Luego de pensarlo seriamente, Embiid eligió su próximo destino: Kansas. Allí no hizo más que mejorar. Sus promedios -pero principalmente su desarrollo- lo catapultaron a la cima de los prospectos del Draft 2014, al que se declaró elegible tras un año de carrera universitaria.

Pero, cuando todo parecía definido entre él y Cleveland, el equipo con la primera elección, una fractura por estrés en su pie derecho hizo temblar a la gerencia. Finalmente, se decantaron por su compañero de universidad: Andrew Wiggins. El pivote, en cambio, cayó hasta el tercer puesto en la ceremonia. Philadelphia apostó por él y su sueño se hizo realidad. Uno que, a pesar de lo que muchos creen, nació hace muy poco tiempo.

 

Leandro Carranza/[email protected]
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