Juegos Olímpicos de Barcelona 1992

La razón por la cual Sabonis se borró del podio en Barcelona 1992

17:40 23/05/2020 | Lituania tenía un lapso de ocho horas hasta la entrega de las medallas. En eso muchos integrantes del equipo se pasaron de copas. Sabonis fue uno.

Lituania recibiendo la medalla (Foto: SensaCine.com)

El lujo es vulgaridad dicen algunos. Para Arvydas Sabonis todo lo contrario. Elegancia, talento. Cada partido suyo era una ópera. Sus pases, de frente, de espaldas o como se le ocurra, eran cantos de sirena que atraían y mareaban a cualquier marinero. Su figura no pasaba desapercibida y cuando se movía dentro del rectángulo de juego era sinfonía, tango en vivo y en directo.  

Hablar de Sabas es recordar sus triunfos, lesiones e hitos. La mayoría recuerda sus grandes choques y la historia de una lucha continua. Pero el gigante también tiene una segunda cara, esa que pocos conocen. Rememorarlo también es contar esa versión que lo humaniza, al menos por un tiempo.  

Esta historia no es ficticia y sucedió en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, cuando Lituania actuó por primera vez como país independiente. En ese torneo, los de SabonisSarunas Marciulionis y compañía fueron uno de los conjuntos más mediáticos y se dieron el lujo de ganarle al Equipo Unificado (conformado por todos los estados postsoviéticos, a excepción de Lituania, Estonia y Letonia), consiguiendo la medalla de bronce y dejando a su nación en lo más alto.  

Pero lo mejor del relato se dio luego de esa victoria. Sabonis había tenido otro día en la oficina, marcando 26 puntos y 16 rebotes en el partido por el tercer puesto y lo que más quería hacer era tomarse un par de tragos para festejar el gran trabajo.  

Ocho horas después de aquel choque, Estados Unidos y Croacia debían jugar la final de los Juegos Olímpicos y Lituania tendría un pequeño (gran) lapso de ocio hasta la entrega de medallas. Ni lentos, ni perezosos, los de Europa del Este se fueron de nuevo al dormitorio olímpico a festejar de buena ley. 

Según contó el medio ESPN en una nota, el gigante lituano se puso a jugar pulseadas con todos los integrantes del equipo. Por supuesto, los fue venciendo uno por uno como fichas en una partida de dominó. Risa fue, risa vino, los lituanos debían estar en el estadio luego de la final para recibir la medalla de bronce. Lamentablemente, tres jugadores del equipo no se presentaron. Sabonis era uno de los desaparecidos.  

Por fortuna, la delegación lo encontró unos días después, durmiendo en uno de los dormitorios de las mujeres olímpicas. Ver para creer. Entender para comprender. Eso es la teoría. Sabonis es la práctica. Y lo suyo no se aplica a las reglas. Rebelde con causa. Lituano por sangre, sudor y gloria.  

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
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