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El draft 2025 entregó su momento más potente cuando un joven de 18 años, conmovido hasta las lágrimas, subió al escenario del Barclays Center. Khaman Maluach, nacido en Sudán del Sur y criado como refugiado en Uganda, fue elegido con el pick número 10 por los Houston Rockets y rápidamente traspasado a los Phoenix Suns. Con 2,18 metros de altura y una historia marcada por la lucha, Maluach no solo alcanzó su sueño: también se convirtió en símbolo de un continente que avanza a paso firme en el mapa global del básquet.

Su infancia estuvo atravesada por el conflicto. Nació en 2006 en Rumbek, en medio de la guerra civil, y pasó su niñez en Kawempe, Uganda, junto a su madre y hermanos. La precariedad del entorno no impidió que se interesara por el básquet: caminaba más de 40 minutos para llegar a una cancha. Fue en uno de esos días comunes que lo descubrieron, y poco después participó de un campus organizado por Luol Deng, ex NBA y referente del desarrollo del deporte en África. Allí empezó un camino que parecía improbable, pero que nunca dejó de tomarse en serio.

En 2021, un video suyo llegó a manos de Franck Traore, directivo del NBA Academy Africa. Lo mostraba en una cancha de tierra roja en Kampala, con 14 años y 2,06 metros. Era desgarbado y sin fundamentos técnicos, pero su energía y capacidad atlética destacaban. Fue invitado a Saly, Senegal, sede del Academy, donde entrenan los mayores talentos juveniles del continente. Convencer a su madre fue difícil, pero logró partir. Dejó su país, su idioma, sus costumbres y se encontró con compañeros de distintas partes de África con quienes apenas podía comunicarse. En vez de frenar, se adaptó.

En ese entorno aprendió no solo a jugar, sino a convivir, a compartir, a entender el rigor del deporte profesional. El NBA Academy Africa lo preparó también para lo que vino después: su debut en la Basketball Africa League (BAL) a los 15 años con Cobra Sport de Sudán del Sur. A lo largo de tres temporadas también jugó en equipos de Senegal y Uganda. La experiencia fue clave. Le enseñó a competir con adultos, a cuidar su cuerpo y su cabeza. Según él mismo contó, entendió allí que el éxito no dependía del talento, sino de la constancia y la disciplina.

Maluach también formó parte de la selección de Sudán del Sur en el Mundial 2023, con apenas 16 años, y fue convocado para los Juegos Olímpicos de París 2024. En ambos torneos enfrentó a las principales potencias del mundo y compartió cancha con figuras como LeBron James, Stephen Curry y Kevin Durant. Aunque su participación fue limitada, el contacto con ese nivel de juego lo marcó. Fue en ese contexto donde también conoció a Devin Booker, figura de los Suns, quien lo animó a seguir su camino hacia la NBA. Un año después, será su compañero de equipo.

Su paso por Duke también fue significativo. Llegó sin promesas ni titulares garantizados, pero terminó siendo titular en los 39 partidos de la temporada, con buenos porcentajes de campo y presencia defensiva. Fue elegido en el equipo All-Freshman de la Atlantic Coast Conference. Pero más allá de los números, su gran mérito fue sostener la mentalidad que lo trajo hasta acá: pensar en el día a día, en cómo mejorar, en cómo seguir adelante sin mirar demasiado el futuro. 

Maluach deberá afrontar ahora otro desafío fuera de la cancha: las restricciones migratorias impuestas por Estados Unidos a Sudán del Sur complican su situación legal. La NBA, Duke y el Departamento de Estado trabajan para gestionar su cambio de visa. Mientras tanto, él sigue enfocado en su carrera y en lo que representa para su tierra. Sabe que su historia no es solo personal: es parte de un movimiento mayor. “África está llegando”, repite. Y con él, llegó también una nueva forma de soñar: desde una cancha de tierra hasta las luces de la NBA, sin atajos, solo trabajo.