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La serie por el título entre Indiana Pacers y Oklahoma City Thunder no solo enfrenta a dos de los mercados más chicos de la NBA: también es, en términos financieros, la más austera de los últimos 20 años. Por primera vez desde que se implementó el impuesto de lujo en 2003, ninguno de los finalistas es contribuyente. Los Pacers construyeron un equipo competitivo con un gasto total de 169 millones de dólares (18.º en la liga), mientras que los Thunder lo hicieron por apenas 165 millones, quedando 5 millones por debajo del umbral tributario.

Para entender la dimensión del contraste, alcanza con mirar la punta de la tabla: Phoenix Suns, el equipo más caro de la temporada, desembolsó 214 millones en salarios y pagará una multa superior a 150 millones. Y ni siquiera se clasificó a los playoffs. El salario promedio de la liga se fija en un tope de 140,6 millones, con un "apron" de lujo de 178 millones. La política de gasto conservador adoptada por Indiana y OKC va a contramano del modelo vigente entre los grandes mercados, y sin embargo los llevó al último escalón.

La fórmula de ambos tiene elementos en común: reconstrucciones profundas, renuncia a estrellas costosas, acumulación de talento joven y apuestas quirúrgicas en el mercado. Indiana cambió a Domantas Sabonis por Tyrese Haliburton en 2022 y luego pagó fuerte por Pascal Siakam en 2024, pero sin comprometerse a contratos tóxicos. El camerunés y el base cobran cada uno 42 millones, y el siguiente en la escala es Myles Turner con 19. La franquicia tiene apenas 1.6 millones de espacio salarial, y de querer retener a Turner, deberá pagar por primera vez el impuesto desde 2005.

OKC, por su parte, profundizó el modelo de "tankeo inteligente": acumuló rondas de draft y apostó a la evolución progresiva de su núcleo joven. Con Shai Gilgeous-Alexander como líder absoluto, y acompañado por Chet Holmgren y Jalen Williams, el plantel más joven entre los contendientes llegó a las Finales con el sexto presupuesto más bajo de toda la liga. El margen financiero del Thunder les permitirá conservar la base al menos un par de temporadas más sin entrar en la zona tributaria. La final entre Thunder y Pacers es, en definitiva, un mensaje potente: competir por el campeonato sin excederse en los gastos no solo es posible, sino replicable.