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Manute Bol siempre fue una incógnita durante su etapa en la NBA. Que no se sabía su edad, ni cuál era verdaderamente su altura, o incluso de dónde provenía exactamente semejante jugador. La realidad era que, aún siendo muy intrigante, Manute era alguien que exigía cierto respeto, por más que su frágil cuerpo no lo aparentara. 

Bol era, sin duda alguna, un personaje especial para sus compañeros. Sin entrar en conflictos y siempre de buen carácter, solía ser, para compañeros y rivales, alguien generalmente tranquilo. Hasta que, una noche, sucedió una pelea con un puñetazo inesperado. A Manute se le soltó la cadena, y el público entró en shock. 

Esto sucedió en un juego de 1986, entre Washington y Chicago, que sufría la lesión de un joven Michael Jordan. Aquella noche a Manute Bol le tocaba medirse a Jawann Oldham, el pivote del momento en los Bulls, quien promediaba los mejores números en su carrera.

El hecho es que ambos jugadores tuvieron sus roces durante el juego, hasta que en una jugada cerca del final, Manute atinó un codazo al pecho de Oldham, que desató una tangana de aquellas, que vio a Oldham caer al suelo producto de un golpe de Bol con la mano derecha, y agarrado por un jugador de Washington como si fuera un tackle de la NFL. Luego de unos segundos de calma, Bol arremetió nuevamente a terminar lo que había empezado, y se dieron con todo a lo largo de la cancha.

Aquel enfrentamiento demostró que el frágil Manute Bol no le huía a los enfrentamientos, y los rivales debían pensarse dos veces si meterse con él. El estadio se quedó impresionado de la fuerza de Bol, al cual le tuvieron que detener entre varios jugadores de los Bulls, el árbitro y algún compañero.