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Bill Russell, una leyenda de Boston Celtics, abrió muchos caminos no solo para las próximas generaciones de jugadores de la NBA, sino también para los entrenadores. En la temporada baja de 1966, Russell estaba a punto de entrar en su undécima temporada en la liga cuando la franquicia comenzó a buscar un nuevo entrenador en jefe.

Después de que las otras sugerencias de Red Auerbach para su sucesor no funcionaran, Russell aceptó convertirse en el jugador-entrenador del equipo. Fue un movimiento sin precedentes, ya que ningún otro afroamericano había ocupado un cargo de entrenador en jefe en la Asociación ni en otros deportes profesionales importantes en América del Norte antes. A pesar de eso, Russell creía que la raza no era un factor en su éxito, ni dificultaba su papel. El desafío provenía de una fuente diferente.

"La mayor ventaja del cambio es que estaba empezando a aburrirme", dijo Russell a Slam años atrás. "Habíamos ganado ocho campeonatos de la NBA seguidos. Eso es suficiente como declaración de cualquier cosa que quieras decir, así que la pregunta es, '¿Qué sigue?' Tomar el trabajo me obligó a sumergirme por completo en el juego. Tuve que tomar todos los conceptos y estrategias de Red e incorporarlos a mi manera".

Impresionantemente, Russell no perdió el ritmo en su primera temporada con un doble papel. Sus promedios se mantuvieron en gran medida iguales, excepto por sus asistencias, ya que registró un récord personal de 5.8 asistencias por partido en la temporada 1966-67. Los Celtics también continuaron su tradición ganadora, terminando la temporada regular con un récord de 60 victorias y 21 derrotas.

Desafortunadamente, ese año Boston vio cómo su racha de campeonatos llegaba a su fin después de ocho títulos consecutivos. El núcleo estelar de Philadelphia 76ers, que incluía a Wilt Chamberlain, su gran rival histórico, resultó ser demasiado para los Celtics.

Russell volvió a encaminar a su equipo después de la derrota, ya que Boston ganó títulos consecutivos en los dos años siguientes, lo que le dio al miembro del Salón de la Fama un total de 11 anillos. Curiosamente, ningún otro equipo pudo defender su título nuevamente hasta que los Los Angeles Lakers lograron la hazaña casi dos décadas después.