Especiales

De ser descubierto por casualidad a estrella NBA, la historia de Ja Morant

20:15 24/11/2021 | Medía 1,90 y nadie lo conocía al terminar la secundaria. Un reclutador lo encontró sin querer. Explotó en la universidad y ahora la rompe en Memphis.

Morant es la estrella de Memphis (Foto: Clutchpoints)

Una estación de servicio que parece abandonada. Caminos sin destino. Personas perdidas y desconectadas. Una casa extremadamente lejos de la otra. Campo, mucho verde. Silencio, el bien más preciado para algunos. No se escucha nada, pero se oye todo.

Árboles por doquier y un chico que pica la pelota entre ellos. Es fanático del básquet. NBA, NCAA, 2K, da igual. Estudia el juego como un profesional, sabe que algún día la autoexigencia lo pondrá en su lugar.

No se crió en la calle y su historia de vida no habla de abandonos, drogas, muertes ni peleas. No sufrió como la mayoría de sus pares. Lo tenía todo. Ese universo era su familia. Lo otro no existía.

A pesar de esa infancia cálida y tranquila, sí padeció otro tipo de problemas. Era un don nadie, dentro y fuera de la cancha. Pocos centímetros, personalidad cerrada y una figura que nadie descifraría que pertenecía al mundo naranja.

Cuando la gente piensa en las estrellas mimadas de la AAU de hoy en día, hay un estereotipo que viene con esa noción. Los chicos crecen jugando en gimnasios y viajando constantemente, sin experimentar la supuesta dureza de la experiencia en las canchas callejeras, compitiendo contra cualquiera y bajo muchos riesgos.

Morant fue uno de esos. ¿Su realidad? Nada más alejada a la de esos sesgos desacertados. Jugó en la AAU, estuvo en el equipo de Zion Williamson.... Pero el conjunto no tenía contratos con Jordan, Adidas o Under Armour, ni recibía otras regalías. El papá de Ja era el chofer del plantel, y nadie se fijaba en el actual guardia de los Grizzlies.

Utilizaba el número 12, pocos sabían su apellido.

Ja, sin embargo, seguía trabajando bajo la disciplina impartida por Tee, su papá, y Jamie, su mamá. 

Llantas, sillas azules de plástico y una botella de leche. Las dos opciones eran utilizar estos materiales para mejorar el dribling y el lanzamiento o tomarse el líquido e irse a dormir. No había lugar para el ocio.

"Mi padre me entrenó toda la vida, así que de ahí viene nuestra conexión. Me llamaba sobrevalorado y esas cosas. La temporada pasada en la NBA oí eso en cada partido fuera de casa y no me molestó porque podía aceptarlo gracias a lo que me decía papá, así que los fanáticos no me molestaron en absoluto", contó Morant en The Undefeated.

Además, Ja se convirtió en un estudiante del juego. No había mucho más que hacer en el pueblo, así que consumió el básquet de todas las formas posibles. Eso incluía las consolas.

"Veía mucho básquet. La universidad, la NBA, sólo para aprender ciertas cosas que hace cada jugador. Hasta en el 2K intentaba competir exactamente como en la vida real y, normalmente, así es como vas progresando", explicó Ja.

Y algunas cosas simplemente fueron heredadas. No es el único armador de su familia. Su madre fue base en el instituto (y jugó al softball en la universidad, donde conoció a Tee) y le enseñó muchísimas cosas sobre la posición.

"Un base solo tiene que ser paciente y conocer los roles de todo el mundo".

Jamás se olvidó esas palabras de su madre.

Pero nada parecía ser suficiente para llevar su talento al siguiente nivel.

Morant, un guardia de 1,90 metros de una pequeña ciudad de South Carolina, no fue clasificado por ningún servicio de reclutamiento importante como jugador de secundaria.

Los scouts universitarios tampoco se fijaron en él, hasta que un entrenador de Murray State (¡que estaba en la ciudad para ver a otro jugador!) se topó accidentalmente con Morant en un gimnasio mientras buscaba algo de comer.

Después de una temporada de primer año en Ohio, Morant vio cómo su fama se hacía nacional como sophomore, ganándose la reputación de ser uno de los jugadores más emocionantes y productivos de toda la NCAA.

Morant cautivó a los ojeadores y fanáticos de la NBA con sus espectaculares mates y sus hábiles pases. Promedió 24,5 puntos y 10 asistencias en ese lapso, convirtiéndose en el primer jugador desde que la NCAA comenzó a registrar las asistencias en la temporada 1983/84 en promediar al menos 20 y 10.

Sus 331 entregas en la campaña fueron el sexto total más alto en la historia de la liga, y llevó a los Racers, 12º cabeza de serie, a la segunda ronda del NCAA Tournament.

En una victoria 83-64 en primera instancia sobre Marquette consiguió el noveno triple-doble oficial en la historia del certamen con 17 puntos, 16 asistencias y 11 rebotes. Sobrado.

"Prefiero una asistencia a un punto cualquier día".

Nada cambió para él, sigue con la misma mentalidad.

Así llegó la velada del Draft y fue seleccionado por los Grizzlies en el segundo pick del sorteo. El 2 de julio firmó un contrato por dos temporadas de 17,897,040 millones de dólares y al final de la campaña terminó siendo elegido el novato del año, e integró el quinteto ideal de rookies.

Considerado uno de los jugadores más creativos y atrayentes de la NBA, el legado de Ja Morant recién está empezando. En su espalda lleva los consejos de su padre, la ayuda de su madre y un camino en el que nadie le regaló nada.

En la cancha grita, al salir se retira en silencio. Muchos siguen olvidándolo. Recuerden, el mejor truco del diablo fue hacerles creer a todos que estaba muerto. 

 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

Compartir