Opinión

La Liga sobrevive a todo

09:00 17/04/2024 | Pese a la crisis económica que suma más de un lustro, los éxodos y los problemas, 3 equipos de su estructura ganaron los 3 torneos internacionales de la temporada.

Ramírez Barrios, símbolo del juego de equipo de Quimsa y de la Liga Nacional (FIBA)

Cada vez que uno tiene la oportunidad de viajar por Latinoamérica para ver básquetbol, recibe esa brisa placentera que signifca observar cómo en cada lugar, desde Venezuela o Colombia, pasando por Brasil, Chile o Uruguay, la Liga Nacional de Argentina sigue siendo un ejemplo de perdurabilidad y prácticamente una escuela de juego a partir de la excelencia por la cuestión táctica y el juego de conjunto. 

En este informe no vamos a decir que los jugadores de hoy tienen la misma calidad de los de hace 25 años o que el nivel deportivo está en su mejor momento, porque ambas cosas no son reales, pero lo que sí tiene la Liga, y podríamos afirmar, desde el día 1 de su creación, es un enorme compromiso de todos los que la integran (jugadores, entrenadores, árbitros, dirigentes e incluso periodistas) por fomentar la competencia. La esencia que le ha permitido a la Argentina llegar hasta la cima mundial: su espíritu competitivo. 

Pero ese espíritu competitivo no lo ha conseguido de casualidad. Es parte de una estructura que pocos países tienen a nivel mundial, que es su base de clubes, los que reciben a los pibes a los 5/6 años y les empiezan a instalar ese gen de jugar, entrenarse, prepararse y dar la mejor versión de cada uno, a la escala que sea: minibásquet, ligas locales, torneos nacionales. Y cuando se consigue el extra de salir del país, ese gen toma mayor dimensión. 

Por algún motivo no tan claro, Argentina y sus entrenadores de todo nivel siempre han buscado practicar un sistema de equipo basado en la solidaridad y el entendimiento del juego. Seguramente habrá una base surgida en los años 30 del siglo pasado, cuando Argentina fue de las primeras en plegarse internacionalmente a este deporte, injerencia de los González Trilla, de los Álix, los Ibáñez y, más acá en el tiempo, el indudable y gigantesco legado de León Najnudel. 

La Liga Nacional, el mejor invento del deporte argentino de los últimos 50 años, ya demostró que es inmortal. Pueden sucederse crisis económicas letales como las híper de sus comienzos en 1988 y 1989, el descalabro del 2001, los interminables 6 años desde 2018 en donde todo va para abajo y, sin embargo, siempre se ha bancado todo. Con errores, cambios, éxodos monumentales y nula política deportiva a nivel nacional. 

Hoy tiene más de 250 jugadores fuera del país, una inflación superior al 200% anual, un dólar que duele, mil ligas que ahora le compiten para sacarle jugadores y el nuevo fenómeno de la partida de pibes de 15-16 años al exterior que ni siquiera debutan en la competencia. Pero sigue. Y sus dirigentes (aunque muchas veces estemos en desacuerdo con las medidas que toman), siguen estando ahí. Y los entrenadores siguen laburando como perros para que en el siguiente partido hacer una diferencia táctica que compense la diferencia de presupuestos, y los jugadores, a veces con sueldos atrasados, jamás dejan algo por dar en cada partido. 

Entonces llega un año como este y Olímpico arranca ganando el Interligas tras volver invicto de Brasil, Instituto se lleva la Sudamericana en Uruguay dando cátedra y, este fin de semana pasado, Quimsa le da una lección de juego como pocas veces se vio antes a un poderoso como Flamengo, el millonario vecino. El dinero importa, mucho, cómo negarlo. Pero la Liga tiene algo que es intangible y, creemos, no perderá nunca. Un espíritu mágico e inexplicable que le va a dar vida siempre. Por los tiempos de los tiempos. 

Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus

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