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Historia de una foto: Jamaal Levy y un pibe que prometía, Chris Paul

08:44 30/10/2020 | El panameño empezó en el básquet de alto nivel jugando en la Universidad de Wake Forest, donde tuvo a algunos compañeros de lujo.

Jamaal Levy habla con Chris Paul durante un partido de Wake Forest

Jamaal Levy tiene 37 años y una trayectoria profesional que básicamente se desarrolló en la Argentina, concretamente en Bahía Blanca, primero con Estudiantes y luego con Bahía Basket. Pero antes de eso, Jamaal tuvo otras experiencias muy valiosas, sobre todo la de Wake Forest en la NCAA:

Esa Universidad era muy conocida en los tiempos que Levy llegó allí (2001), porque unos años antes se había graduado un muchacho que pintaba para ser un crack: Tim Duncan. Wake Forest tenía buena reputación y Jamaal pudo sumarse en el 2001, y quedarse hasta el 2005. 

En esos 4 años, estudió Comunicación (se graduó), aprendió muchísimo del juego y además, como es lógico, tuvo compañeros muy buenos. Jamaal, en una entrevista con La Nueva Provincia de hace unos años, recordó especialmente a dos: el lituano Darius Songaila, compañero de Chapu Nocioni más tarde en los Bulls, y un base pequeño pero muy talentoso: Chris Paul.

De alguna manera, Levy fue una especie de consejero de Paul, dos años más chico, que llegó cuando Levy ya estaba en su tercera campaña con WF. Compartieron dos años y llegaron a tercera ronda del torneo NCAA en el 2004 y a la segunda en el 2005. 

"Yo conocía a Chris de cuando él jugaba todavía la secundaria, porque en los veranos venía a jugar picados con nosotros. Wake Forest lo reclutó porque él era del área. Nació en Winston Salem, la misma ciudad de Wake Forest. Hicimos una muy buena relación. La familia siempre estuvo cerca del equipo y su hermano mayor venía a jugar también con nosotros. Cuando vino a la Universidad para recorrerla antes de ingresar, mi compañero de habitación y yo fuimos su guía todo un fin de semana para mostrarle todo el campus, aunque él ya lo conocía de cuando venía a jugar. Fue química rápida con él dentro y fuera de la cancha. Era un líder innato, muy vocal", cuenta Levy. 

"No recuerdo qué partido exacto es esa foto, pero creo que fue saliendo de un timeout en el segundo año suyo, en el torneo de la NCAA", dice Jamaal, radicado en Bahía Blanca, aunque no jugará la burbuja en Bahía Basket, pero sí espera poder jugar la ventana FIBA con Panamá. Jamaal agrega respecto a Paul, siendo totalmente sincero: "No dimensionaba que iba a ser lo que es. Sí imaginé que la NBA le iba a ir bien y que iba a hacer una buena carrera, pero llegó y al segundo año ya era un jugador franquicia. Su estilo y su capacidad de liderazgo, más su ética de trabajo y sus recursos podían darle una buena carrera, pero no pensé que tan rápido. Y ahora está liderando también la Asociación de Jugadores. Guau, estoy orgulloso de él y de su persona. Es increíble".

Levy mantuvo contacto con Paul durante varios años, pero con el tiempo esa comunicación se fue discontinuando, aunque hubo mensajes hace algunos meses, alguno directo o a través de amigos comunes. "Sigo en contacto con su hermano y si quiero hablar con él directamente puedo conseguir su número y hacerlo". Cada uno tomó su camino y, dependiendo de cómo se los mire, a ambos les fue bien. Paul, por su extraordinaria carrera NBA, que sigue. Jamaal, por su labor colectiva en cada equipo que participó y, sobre todo, por su inquebrantable voluntad de siempre hacer equipo. Dos cracks. 

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