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La noche del draft 2025 ya era histórica con el primer pick de Cooper Flagg, pero fue el segundo quien terminó generando los titulares más ruidosos. Dylan Harper, seleccionado por San Antonio Spurs, firmó un contrato de novato de cuatro años y 56.1 millones de dólares, con 25.4 millones garantizados en las dos primeras temporadas. Apenas pisó la liga, el base de 19 años superó los ingresos acumulados en toda la carrera de su padre, Ron Harper, quien ganó 35 millones en 15 años como jugador.

La comparación es tan simbólica como impactante: Dylan, sin haber jugado un solo minuto en la NBA, ya es más rico que su padre, un cinco veces campeón de la liga con los Bulls y los Lakers. Y si se ajustan las cifras de Ron Harper por inflación, su total llegaría hoy a 63 millones. Aún así, su hijo podría alcanzarlo o incluso superarlo con tan solo completar su primer contrato sin moverse de San Antonio. Para contextualizar: el salario más alto que cobró Ron en una temporada fue de 5.28 millones de dólares en 1998. Dylan ganará casi cinco veces más solo en su primer año.

Este fenómeno no es exclusivo del apellido Harper. Otras leyendas como Dennis Rodman (27 millones en toda su carrera) o Charles Barkley (40 millones) también quedaron en la sombra de lo que hoy perciben jugadores recién salidos del sistema universitario. La causa es clara: el nuevo acuerdo de derechos televisivos que firmó la NBA por 76 mil millones de dólares ha inflado la economía del básquet como nunca antes. Con el aumento del tope salarial y el impuesto al lujo, hasta los rookies son beneficiarios directos de esta bonanza.