NBA

Allen Iverson, la increíble obsesión de Kobe Bryant

23:44 02/01/2024 | Las grandes tareas de la leyenda de los Sixers llevaron a la Mamba a estudiarlo de manera sumamente obsesiva para cuando se enfrentaran.

Iverson llevó a la obsesión a Bryant

Allen Iverson y Kobe Bryant tuvieron una de las grandes rivalidades de inicios de los 2000 en la NBA. La leyenda de los Lakers venció a la de los Sixers en las finales del 2001, pero los dos poderes anotadores los llevaron a sacarse chispas muchas veces. Y el propio Iverson sirvió de motivación en sus primeros años para la Mamba.

Según el propio Kobe contó en The Players Tribune, su obsesión por mejorar comenzó por Iverson, pero ni siquiera en un partido donde se enfrentaron: “El 12 de noviembre Iverson anotó 35 puntos a los Knicks en el triunfo en el Garden. Ese día terminé con dos puntos en la victoria de los Lakers en Houston Cuando llegué a la habitación del hotel y vi esos 35 me enfadé muchísimo y pensé que había que trabajar más duro. Y lo hice”.

Y la rivalidad se convirtió en obsesión: “Iverson puso 41 puntos y 10 asistencias delante de mí en Filadelfia y me dije ‘Trabajar más no es suficiente’. Entonces comencé a estudiar a este hombre maniáticamente”. Así las cosas, agregó: “Obsesivamente leí cada artículo suyo y cada libro que encontraba sobre él. Observé obsesivamente cada juego que había jugado. Obsesivamente estudié cada uno de sus éxitos, y cada una de sus luchas. Busqué obsesivamente cualquier debilidad que pudiera encontrar”.

Pero no solo dentro del básquet lo estudio Kobe: “Busqué en el mundo las reflexiones para agregárselo a mi musa. “Y eso me llevó a estudiar cómo los grandes tiburones blancos cazan focas en la costa de Sudáfrica. La paciencia. La temporización. Los ángulos”.

Para el 2000, Phil Jackson le dio a Kobe la responsabilidad de marcar a Iverson en Philadelphia, su ciudad natal, y aprovechó el momento: “Nadie sabía cuánto significaba para mí este desafío. Quería que él sintiera la frustración que yo sentí. Él decía que ninguno de los dos podía detener al otro y yo me negué a creer eso. Cuando empecé a marcar a AI, él tenía 16 puntos. Terminó el juego con 16. La venganza fue dulce”.

Y cerró: “Juré que a partir de ese momento abordaría cada enfrentamiento como una cuestión de vida o muerte. Nadie iba a tener el control sobre mí nunca más”.

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