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El NBA Trade Deadline ha sido muy bien vendido en los últimos años por la NBA, por los medios que cubren la NBA y por los periodistas de los medios que cubren la NBA. Como solo lo saben hacer los norteamericanos, un negocio redondito, bien empaquetado y que todos consumen en el mundo entero. Pero a veces, por más que se esfuercen, no pueden disimular un fiasco. 

Y el deadline de este año fue un fiasco absoluto. Veníamos de un 2023 donde, por ejemplo, Kevin Durant pasó de Brooklyn a Phoenix. Listo, con eso solo supera todo lo de este año. Pero también habían pasado Russell a los Lakers, Westbrook a Utah y Kyrie Irving a Dallas. Excelente. En el 2022, ni hablar: la novela de James Harden saliendo de Brooklyn le dio de comer a medio mundo durante meses. Y se dio de última, yendo a Phila por Ben Simmons. Pero además Porzingis cayó en Washington, Derrick White en Boston y se hizo el famoso trade que mandó a Haliburton a Indiana y a Sabonis a Sacramento. 

El de este año podría equipararse al de 2021, donde lo más importante fue el trade de Aaron Gordon a Denver y el de Victor Oladipo a Miami. Poquito más. Pues bien, ahora ocurrió lo mismo, siendo que había en danza nombres pesados en las charlas previas, como Zach Lavine, Klay Thompson, Kyle Kuzma o Dejounte Murray. Incluso DeMar DeRozan. Pero no, ninguno de esos cambió de equipo.

Nos tuvimos que conformar con un Buddy Hield a Phila, un Dennis Schroder a Brooklyn, un Bojan Bogdanovic a los Knicks y casi nada más. O sea, no se modificó el esquema de ningún equipo candidato a campeón ni subió sustancialmente ninguno que estaba abajo. No cambiaron las expectativas. Pero, como dicen los españoles, igual vendieron el pescado a lo grande. A esperar al 2025.