NBA

Detlef Schrempf, el primero antes de Nowitzki

14:17 06/06/2021 | Abrió la puerta al básquet europeo en la NBA y brilló haciendo un culto al jugador de equipo. En Básquet Plus la historia del primer alemán que triunfó en EEUU.

Detlef Schrempf con la legendaria camiseta de los Seattle Supersonics (Foto: Getty)

Alemania nunca se ha destacado por ser una selección de vanguardia en cuanto a básquetbol y si se la compara con el fútbol ni por asomo está cerca. Disputó apenas cuatro JJOO, estuvo en solo en seis mundiales y como máximo logros tiene un Eurobasket (1993), un subcampeonato del mismo certamen en 2005 y un tercer puesto en la Copa del Mundo de Indianápolis 2002, con aquella semifinal recordada ante la Generación Dorada.

 

No obstante a estos hitos nombrados, sin ser tantos, Alemania tiene en su haber dos jugadores de gran relevancia para el básquet internacional por lo que hicieron en sus carreras en la NBA. Schrempf se encargó de ser de los pioneros en formarse en el básquet estadounidense y llegar a la mejor liga del mundo desde el Draft, además de ser el primer europeo en ser un All Star y Nowitzki tienen el lauro de ser el sexto máximo anotador histórico de la competencia, campeón en el 2010/11 con Dallas y en la temporada 2006/07 se convirtió en el primer europeo en ser MVP de una fase regular.

 

La campaña de Detlef Schrempf estuvo signada por el trabajo silencioso dentro de la cancha, pasando inadvertido para el ojo del espectador, pero muy productivo para aquel equipo que lo contará y para los entrenadores que gustaban de tener ese tipo de jugadores completos, que no brillan, pero que sin dudas son fundamentales para el buen funcionamiento del equipo.

 

Nacido en Leverkusen, Schrempf comenzó con el baloncesto en su ciudad y en uno de esos programas de intercambios de alumnos en 1980 desde Alemania recaló en Washington, Seattle. Allí sorprendió a entrenadores y compañeros, por lo que rápidamente se pensó que ese chico debía desarrollarse en Estados Unidos y así fue que llegó la invitación para trasladarse a América para toda la familia, hecho que ocurrió al siguiente año.

 

La sorpresa que causó en sus pocos partidos en el basquetbol colegial le abrió la puerta a la Universidad y sin moverse de su ciudad adoptiva, Washington, formó parte de los Huskies durante cuatro años y con una media de 11.9 puntos, 6.2 rebotes y 2.3 asistencias.

 

Los buenos números, pero sobre todo su estilo de juego de hacer un poco de todo y ser un jugador completo, hizo que Dallas se fijará en él y lo seleccionará en el puesto número ocho del Draft de 1985. En sus primeros cuatro años de NBA en los Mavericks no tuvo la trascendencia que si tuviera luego en su paso por Indiana.

 

En los Pacers incrementó sus números y era pieza clave desde la banca siendo por dos años consecutivos el mejor sexto hombre la liga. Su mejor temporada sería 1992/93 cuando promedió 19.1 puntos, 9.5 rebotes y 6.0 asistencias llevándolo a convertirse en el primer europeo en jugar un All Star Game de la NBA en aquel equipo donde compartió vestuario con Michael Jorddan, Shaquille O´Neal, Scottie Pippen, Patrick Ewing entre otros.

 

Indiana fue su tierra prometida, pero Seattle siempre fue su primer amor en los Estados Unidos, el lugar que lo acogió y lo hizo uno más dentro de esa ciudad. “Nunca vendí mi casa de Seattle, siempre volvía para las vacaciones” declaró alguna vez y por consiguiente que su llegada a los Sonics tenía doble alegría, ya que iba a vestir la camiseta de su ciudad por adopción.

 

Además de ser un jugador altruista y de equipo, también mostraba mucha inteligencia a la hora de jugar (IQ le dicen en estos días) y supo que para ser aún más agresivo en el costado ofensivo debía expandir su radio de tiro y así fue que se puso a entrenar triples. En la temporada 1994/95 llegó a convertir más de la mitad de sus lanzamientos (51.4 %) de tercera dimensión, añadiendo otro punto de valor a su carrera mayúscula que tuvo en la NBA.

 

Fue pieza fundamental de los Sonics finalistas de la 1995/96 comandados por Shawn Kemp y Gary Payton, pero no pudieron atravesar la pantalla Chicago Bulls como tantos otros equipos. Los famosos Bulls del récord del 72-10 fue demasiado para los Sonics que la pelearon, pero nunca estuvieron en posición de arrebatarle el título a Chicago.

 

“Teniamos un equipo maravilloso, pero nos topamos contra el mejor equipo de todos los tiempos. Peleamos hasta el final, pero haber tenido que superar al Jazz en siete encuentros, nos quitó fuerzas para la final”, recordó Detlef en una del las entrevistas de la serie “The last dance”.

 

En el retiro y siendo uno más en su ciudad, Seattle, Schrempf dio su visión sobre lo que pasó con los Sonics y haciendo mea culpa expresó: “No creo que nos hayan robado el equipo, más bien, se lo dimos de nuestras propias manos. Nuestros dirigentes, nuestros políticos, todos nos equivocamos con eso. Nunca pude adoptar a los Thunder como hicieron tantos aficionados de los Sonics, no tiene nada que ver con Seattle, allí no hay tradición”.

 

Dirk Nowitzki llegó a la NBA para terminar el trabajo que había empezado Detlef Schrempf y así fue que consiguió el título y superó en casi todas las estadísticas al ex Sonics y como un cambio de mando Dirk tomó la posta y puso el básquet alemán en los primeros planos otra vez.

 

La historia del básquet germano tendrá a Dirk Nowitzki como su emblema, su orgullo, su poster, pero muchos sabrán y recordarán que quien puso la primera piedra en la NBA luciendo la bandera alemanda fue nada más y nada menos que Detlef Schrempf, el primero antes de Nowitzki.

 

Mauro Osores / [email protected]
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