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Pablo Laso y su fin, o cómo viajar del cielo al infierno en dos meses

17:19 11/04/2022 | El coach fue probablemente el mejor entrenador FIBA de la última década, pero un resultado comenzó el proceso que tiene un solo camino: su salida.

Pablo Laso, en un camino sin salida (Getty)

Para los que amamos al básquetbol, Pablo Laso ha sido en la última década uno de los entrenadores que mejor ha representado a los aficionados. Humilde, generoso, tranquilo en general, moderador, arriesgado desde lo basquetbolístico... y por eso su historia y su hoy nos afecta. No debería estar pasándole esto a él, más allá de sus obvias responsabilidades. Hagamos algo de historia. 

Laso llegó al Madrid a mediados del 2011, tras un nuevo golpe en la Euroliga 2010/11, en la que, pese a llegar a la F4, perdieron ambos partidos, terminando cuartos. Fue el año del despido de Ettore Messina, el fracaso mayor de los blancos en los últimos 15 años, y el último de Pablo Prigioni, que se fue también con mucha bronca del club. Eran tiempos de muchachos jóvenes como Sergio Llull, Ante Tomic, Nikola Mirotic, Chacho Rodríguez, Novica Velickovic y Carlos Suárez, por ejemplo. Y también, claro, de Felipe Reyes, el capitán y ya veterano. 

De ese equipo sobrevivieron casi todos, menos el serbio Velickovic, y con esa base, más la llegada de Jaycee Carroll en la 11/12 y de nada menos que Rudy Fernández en la 12/13, se empezó a armar un equipo con proyección que en el 2013 llegó a la final de la Euroliga, perdiéndola ante el Olympiacos 100-88 después de ganar el primer cuarto 27-10. Fue una alarma. Al año siguiente, otra gran campaña, otra vez final de Euroliga, y otra vez derrota, en suplementario, ante el Maccabi. El Madrid era el claro favorito, sobre todo después de vapulear al Barcelona en la semi ¡100-62! 

Fue el peor momento de Laso. Dicen los que conocen la interna del club que los jugadores españoles centrales ya no lo respetaban, y su salida era un hecho, pese a los 6 títulos que ya acumulaba en el club (3 Supercopas, 2 Copa del Rey y 1 ACB). El Madrid, que le había renovado el contrato, quiso sacárselo de encima cambiándole todo el cuerpo técnico sin su consentimiento, pero Laso bajó la cabeza, soportó los golpes, y encaró la que sería su campaña decisiva: 2014/15. 

Para ese año, la dirigencia, siempre liderada por Juan Carlos Sánchez Lázaro, decidió (con razón), que el equipo necesitaba alguien con carácter para resolver casos como los de las dos finales de Euroliga perdidas y fue con todo por Andrés Nocioni. Chapu tenía ya 34 años, pero estaba intacto y con hambre. También ficharon a un joven Facundo Campazzo, que quería comerse el mundo. No era su tiempo todavía. 

Hasta la Copa del Rey 2015, Laso tambaleó. Estuvo casi echado, pero sobrevivió hasta ese torneo que el Madrid ganó en las Canarias, derrotando en la final al Barcelona, con un Nocioni clave, no solo por su juego, sino por su enorme carácter para jugar con un tobillo destrozado. Ahí hubo un click, que solidificó a Laso y a Nocioni (también criticado hasta entonces), que se terminó de confirmar cuando en mayo ganaron la Euroliga, finalmente, venciendo a los griegos en la definición, con Chapu como MVP. 

De ahí hasta el 23 de enero de este año, fue la era Laso. No siempre con títulos, pero sumando por varios frentes: otra Euroliga en el 2018, 4 Ligas ACB, 3 Copas del Rey más, 4 Supercopas, 1 Intercontinental, hasta sumar 21 títulos con el club, quedando a 1 de Lolo Sáinz y a 6 de Pedro Ferrándiz, las 2 glorias máximas en el cargo en la historia del club. 

Pero ese 23 de enero pasó algo imprevisto. El Madrid venía paséandose en la ACB (récord 16-1, lejos del segundo) y en la Euroliga (16-3, también liderando la competencia). En ambos casos, escoltado por el Barcelona, que fue el responsable del cataclismo. Porque aquel 23 de enero, el Barsa le ganó en Madrid por la acb en el Palacio de los Deportes, de visitante, empezando el camino en pendiente que sigue sin terminar. 

Llegaron dos derrotas seguidas más en casa por la acb, y la fatídica final de la Copa el 20 de febrero, perdiéndola ante Barcelona luego de ir ganando 19-5 el primer cuarto. Ese fue un puñal en el medio del pecho. Y la debacle se consumó cuando dos semanas después, por la Euroliga, el Barcelona los humilló en Madrid 86-68. El caos fue total: 6 derrotas en las siguientes 8 presentaciones de la Euroliga, caida al cuarto lugar y a ver qué pasa. Y en la acb, caída al segundo lugar con ¡7 derrotas en 11 partidos, 5 de local!

La situación explotó esta semana, con la salida de Heurtel y Thompkins, y la sanción a Yabusele. Que los jugadores salen de fiesta, algo expuesto ahora por un medio griego, que confirmó lo que todos sabían, que es que varios jugadores habían salido de juerga antes del decisivo choque contra Panathinaikos del 31 de marzo. Partido perdido, obviamente. 

Y aquí Laso se jugó su puesto, porque de alguna manera tapó la situación y, cuando saltó a la luz, quedó en la vereda opuesta a la dirigencia, que ya le hizo la cruz. Una cruz que terminará con su carrera en el Madrid, aunque gane la Euroliga, algo hoy poco probable con este clima interno. En el Real Madrid los nombres pasan, aunque se llamen Pablo Laso, porque lo único que cuenta es el club. Y esta historia ya tiene escrito su final. Aunque hace 10 semanas la realidad era totalmente opuesta. 

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