Río 2016

Hernández: "Estos tipos nos enseñaron a amar el juego"

22:37 19/08/2016 | El entrenador de la selección habló con Básquet Plus en el regreso al país sobre la experiencia Río más el legado que dejan Manu, Chapu y toda una generación.

Hernández saludando a Manu, con Chapu en escena y la admiración de todo en Arena Carioca en Río (foto: FIBA)

 

 

La emoción y ese estremecimiento único todavía dura tras finalizar la participación de la selección nacional en Río 2016, y seguramente estamos ante un sentimiento que nos seguirá invadiendo por varios días más. Con Argentina ya fuera de los Juegos Olímpicos se cerró un nuevo ciclo donde lamentamos las bajas de Nocioni y Ginóbili, aunque sin dudas hay un camino por delante y hacia allá debemos empezar a apuntar.

 

De todas formas todavía es difícil hacer un análisis bien desmenuzado de lo que fue la parte basquetbolística en Río. Así lo siente Sergio Hernández, que en diálogo con Básquet Plus confesó todas las sensaciones que lo invaden en este momento y se refirió a lo que ha acontecido en este último tiempo con el seleccionado argentino.

 

El entrenador se refirió a lo que dejó el paso del equipo en los Juegos Olímpicos, habló de las salidas de Manu y Chapu y del legado que dejaron dos líderes increíbles. También proyectó hacia futuro, en esa mezcla de feliz presente con Scola y Delfino, más Campazzo, Laprovittola y los jóvenes que vienen detrás. Oveja, auténtico como siempre, explicó todo el sello que se ha generado en torno a la selección.

 

- ¿Digeriste un poco ya todo esto de Río o en qué momento está tu cabeza? No debe ser fácil.

. No, no fue fácil, sobre todo el último día entero, desde la mañana de entrenamiento. Hasta ahí yo estaba jugando un torneo relativamente normal. Digo relativamente porque los Juegos Olímpicos no son un torneo normal y la gente hacía que no sea un torneo normal, lo que te hacía emocionar la gente en todos los partidos era increíble. Pero el último día fue muy especial, desde la mañana en el entrenamiento matutino hasta la hora del juego yo no me sentía como siento siempre antes de un partido. Estaba bien, feliz porque estábamos compitiendo y peleando, los Juegos Olímpicos te dan esa sensación de felicidad permanente, pero ya sentía algo diferente a lo que normalmente me pasa antes de un partido. Y me daba cuenta de que tenía que ver con esto de que se estaba terminando un ciclo, de que podía ser la última práctica de Nocioni y Ginóbili cuando los veía entrenar, y leía un poco lo que la gente ponía desde los agradecimientos hasta el respeto. Fue un día raro. Después durante el partido me tranquilicé, dirigí, no me gusta que me ganen sin tener posibilidades de jugar. Más de allá de que lo acepto y entiendo es algo que me pone un poco impotente, entonces durante el juego tuve esa sensación que uno siempre tiene cuando juega. Pero ya faltando 4 o 5 minutos de que termine el partido, sobre todo cuando puse a los cuatro en cancha y después cuando retiré a Manu fue un momento especial. De hecho no pude hablar en la zona mixta, me pararon, intenté a hablar pero no pude. Es hasta el día de hoy que me dura eso, porque las entrevistas y la gente que me para en la calle te lo hace saber. Hoy salí a la calle a hacer unos trámites acá y nunca me imaginé en Buenos Aires iba a haber tanta gente pendiente de este equipo. En cada cuadra me paraban dos o tres personas para saludarme, felicitarme o agradecer. Lo que generó este equipo es increíble, en realidad lo que viene generando la selección argentina en los últimos 15 años es increíble. Uno está acostumbrado a que lo critiquen si pierde o a que lo adulen si gana, pero no está acostumbrado al afecto y a la emoción tan grande. La gente no es que lloraba, no es una exageración, literalmente lloraba. La verdad es que fue impresionante.

 

- A millones de personas lo afectó emocionalmente todo lo que pasó el miércoles, como que a uno le cayó la ficha en ese momento preciso del cierre, ese fin que si bien uno esperaba sentimentalmente nunca se está preparado del todo. En tu caso ese cierre de partido se te habrá multiplicado a lo que fue un sentir común.

. Sí, de hecho no hacía nada, hacía eso sabiendo que era lo que tenía que hacer pero no podía ni hablar, estaba totalmente embargado por la emoción. Cosas que generalmente no te pasan en un partido, sobre todo en uno que vas perdiendo. Te puede pasar en un partido que vas ganando, te das cuenta que ya no hay retorno y que llegás a un título, eso es algo que te puede emocionar. Pero en una situación como esta de derrota donde quedás eliminado, sentir emoción y sentir orgullo, querer abrazar a cada uno de los argentinos que estaban en la cancha junto a los que estaban mirándolo por televisión y escuchándolo por radio para agradecerle esa fidelidad y ese amor incondicional por este equipo. Si me pongo en el lugar de Serbia, Australia o Estados Unidos que acaba de ganar, no creo que ninguno por más que gane la medalla que gane se vaya tan lleno como nos fuimos nosotros. Por eso digo que de todas formas la nuestra es una medalla, virtual pero es un hito que vale más que cualquier medalla. Esto no tiene que ver solo con el deporte, tiene que ver con la vida. Transmitir lo que transmitió este equipo, generar la emoción que generó este equipo, recibir el amor, el afecto y la admiración de propios y extraños que generó este equipo, no se compara con una medalla. Y mirá que yo tengo una medalla, no te digo esto sin haberlo logrado porque tengo la de bronce, pero este Juego Olímpico está en la misma altura y casi con seguridad que los que tienen la de oro también pensarán lo mismo. Ellos van a tener el mismo recuerdo o más fuerte todavía de este Juego Olímpico del que quizá se consiguió una medalla. Transmitir emociones es mucho más importante y trascendente que regalar un resultado.

 

 

- ¿Tenés algo ya formado con respecto al análisis basquetbolístico de Río?

. No, el análisis que tengo es el que fui haciendo durante el torneo, no tengo un balance final porque la verdad es que lo emotivo supera a lo racional. Lo que sí te digo es que yo hago un balance general de México y Río, de las dos cosas, porque me parece que es un proceso que no se puede separar. Si uno tiene en cuenta México, la preparación en Argentina y Río, me parece que el balance es altamente positivo.

 

- Y lo que se evitó que no es menor, porque lo hablamos alguna vez pero no tener que clasificar vía un repechaje le dio un valor agregado a ese Preolímpico tremendo más lo que vino en todo este 2016.

. Sí, por eso yo tengo que observar y hacer el análisis dentro de un ciclo de los últimos dos años. Obviamente que sabemos que los equipos argentinos van por todo, siempre creemos que podemos ganar todo, pero cuando fuimos a México sabíamos que un repechaje olímpico no estaba mal, clasificar dentro de esos primeros cinco equipos para ir a un repechaje era una buena opción. Sin embargo conseguimos la final y clasificamos directo. Después, cuando se arma la preparación acá en Argentina, yo tenía ganas de decirle a Susbielles y a Proenter que era una locura traer a esas potencias europeas en una etapa de formación (risas), no se lo dije porque hay muy pocas oportunidades de traer ese básquet para el público argentino, que se lo merece. Sin embargo la ganamos a Lituania, Croacia, Serbia y Francia. Vamos a Río y ganamos el primero, ganamos el segundo, le jugamos de igual a igual a Lituania y eliminamos a Brasil en su casa. Después tenemos la cosa esta de los Juegos que te toca Estados Unidos en el cruce, que te deja la sensación de que contra cualquier otro rival al menos hubiésemos tenido la chance.

 

- No solamente eso, porque si te guiás por el récord no era para quedar cuartos en un grupo normal. A las claras la zona fue alborotada.

. Sí, todos los que pasamos lo hicimos con el mismo récord, nosotros aparecimos cuartos y eso nos condenó. Pero en este caso no tengo ninguna duda que el proceso fue intachable, porque también sirvió para incorporar jugadores jóvenes a un nivel internacional, sirvió para demostrarle al mundo de que podemos seguir compitiendo más allá de que se nos vayan bajando jugadores históricos, sirvió para mostrarnos a nosotros mismos el hecho de que podemos hacerlo igual aún con bajas y encima los resultados fueron buenos. Después basquetbolísticamente tendré mi crítica de que podríamos haber estado un poquito mejor, de que podríamos haber estado un poquito más finos el día de Lituania y evitar esa opción del cuarto lugar, o algo que ya no había tanto por hacer como llegar al día de España después de un doble suplementario con Brasil contra una España necesitada de ganar y nosotros ya clasificados, con todo lo que eso significa porque nosotros para ganarle a una potencia europea teníamos que estar en el día justo y no estábamos en ese día viniendo con un cansancio tremendo y después de una vivencia emotiva exagerada como fue el partido contra Brasil, por eso nos pasó factura contra España. Pero sinceramente no le encuentro un lado flaco al proceso, no creo que Argentina haya podido hacer más. Te lo digo sin ánimos de proteger mi laburo, es más te lo estoy diciendo casi analizándolo desde afuera. Me parece que Argentina jugó al límite de sus posibilidades, tocó su techo tanto en México como en la preparación y Río. Las preparaciones no fueron un tema menor, pudimos demostrarles a muchos jugadores jóvenes del año pasado en Houston cómo entrena un equipo NBA, este año estuvimos diez días en Las Vegas y también lo mismo, pudimos jugar contra Estados Unidos. Nos faltó España para jugar contra los mejores del mundo, de hecho hay tres equipos en las semifinales contra los cuales nosotros jugamos en la previa y es un tema importante porque hay muchos jóvenes que necesitan de este tipo de preparación. Son muchas cosas, es muy difícil encontrarle una cosa negativa a todo eso. Después está el tema este del romance con la gente, donde se puso al básquet en un lugar que excede al mismo deporte, hacerlo más popular. Hacer que otra gente de otros deportes nos siga, nos aplauda, nos aliente y se emocione también es parte del proceso, porque transmitir algo al que es amante del deporte es tan importante como conseguir un título o una medalla.

 

 

- Si juntamos lo que puedas analizar basquetbolísticamente, más esa increíble fraternización con la gente y ese emotivo romance del equipo en cuanto a las sensaciones que brindó. ¿Brasil fue el punto más alto de todo?

. Sí, sin ninguna duda, olvidate, no tiene comparación absolutamente con nada. Yo soy demasiado frío con esas cosas, hago mi trabajo y si pierdo me amargo o si gano disfruto, pero durante el torneo no me dejo llevar por la emoción porque tenés que preparar lo que viene. De hecho nosotros llegamos de ese partido y mis asistentes se quedaron hasta las 5 de la mañana preparando el próximo partido. Pero sí, se los dije a los jugadores antes del partido contra España para tomar un poco de conciencia de que teníamos que volver a hacer un sobreesfuerzo muy grande para ganarles a equipos poderosos, y mentalmente podía ser que estuviésemos preparados, racionalmente, pero emocionalmente estábamos un paso por detrás porque lo vivido había sido demasiado grande. Habíamos clasificado y eso te baja un poquitito la adrenalina. Tu cuerpo te lo indica, una cosa es lo que te marca tu cabeza y otra son esos nervios y esa tensión que tenías antes de jugar contra Nigeria, Croacia o Brasil, y eso no se sentía antes de España, estaba claro. La cabeza estaba en el lugar pero el cuerpo no, el cuerpo todavía estaba con las sensaciones de ese partido con Brasil que fue realmente increíble. Mis hijos estaban ahí y me mandaban los videos de los metros y colectivos que salían para Copacabana, era increíble, me decían que era un recital del Indio en movimiento (risas). Fue increíble, sinceramente increíble. Lógicamente que eso te deja en un estado del cual no podés salir, y hablamos de lo que fue para mí como entrenador y para vos como periodista pero imaginate lo que fue para Nocioni que jugó 47 minutos o Ginóbili que jugó 38. Yo creo que este partido con Brasil, a nivel emotivo, está por encima de la mayoría de los partidos que ha jugado la selección en su historia.

 

- ¿Que la despedida haya sido contra un rival como Estados Unidos es anecdótico o te genera algo especial? Lo digo por el rival y su potencial, donde las chances son distintas contra los que son número 1 que contra cualquier otro.

. No, la verdad es que me parece solo un accidente de la competencia, todo puede pasar y podés cruzarte con cualquiera. A mí que me deje afuera Estados Unidos o Australia es lo mismo, me quedo afuera. Sí tengo un enorme respeto y admiración por la NBA, pero cuando estamos compitiendo somos todos iguales. Reconozco cuando uno es mejor o peor que yo, no tengo problema, pero no elegiría un rival para una despedida. Me gustó el respeto que mostró Estados Unidos por nosotros, me gustó esa fila eterna que hicieron con tanto respeto para ir uno a uno saludando a Manu Ginóbili que quizá en otro partido no hubiese sucedido, me gustó la cara de los americanos mirando para la tribuna como diciendo "¿Qué está pasando acá si nosotros estamos ganando por 25 y la gente argentina está tan contenta y enloquecida?". Es lo que hace que los tipos nos tengan más respeto todavía, más respeto de lo normal e incluso admiración. Me parece que son muchas cosas buenas desde el hecho de haber jugado contra Estados Unidos, pero se dieron porque se dio en ese partido. No parece que sea especial perder como tampoco sería especial ganar, con todo lo lindo que hubiese sido, pero cuando estás jugando todos los rivales son iguales.

 

- Recién hablabas de cómo hacían fila para saludar a Manu y ese tributo. Y uno tiene la idea formada del legado que dejan tanto él como Chapu, ¿Vos lo podés analizar? Porque parece difícil de explicarlo con palabras.

. Es muy difícil, pero también es fácil. Lo que dejan es un mensaje. Han sido un ejemplo enorme para todos nosotros, para el deporte argentino en general. Todos nosotros hemos aprendido muchísimo de ellos tanto dentro como fuera de la cancha. Dejaron un legado que excede el resultado y que deja una enseñanza única. Estamos hablando de dos tipos que fueron medalla de oro, de bronce y subcampeones del mundo, y sin embargo eso no es lo más importante. Dejan una enseñanza de compromiso, de amor incondicional, de respeto, de liderazgo bien entendido, de compañerismo, sobre todo de respeto por el juego más allá de la camiseta. Nos enseñaron a amar el juego en sí, dejando todo. Y no hablo solamente de garra y huevo, porque hablo de cada partido, de cada día de entrenamiento y de cada día de convivencia. Haber tenido a esos tipos y seguir teniendo gracias a Dios a Luis Scola, posiblemente Delfino y en el futuro algún otro, te deja un camino allanado porque el día de mañana la sola mención de ellos va a ser el ejemplo más grande que un entrenador va a tener de lo que pretende de una selección. Lo de ellos no está en los números. No dejan títulos, medallas o posiciones; dejan amor, compromiso, fidelidad, emociones, muchas cosas que son las que generaron el llanto de la gente. Un título no deja llanto emotivo como el que vi yo, en el aeropuerto de Río vi gente llorando literalmente con congoja, por saludarnos nada más, por poder decirles "hola" o "gracias", por estar cerca. Eso se genera a través de otra cosa que no tiene ver con el juego ni con el resultado o una medalla, sino que nos muestran lo que todos querríamos que suceda en cualquier aspecto de la vida, ese compromiso y ese amor por lo que hacen. Es fantástico.

 

 

- Debés tener miles, ¿Pero se te viene a la cabeza una de las anécdotas compartidas con Manu y con Chapu?

. Sí, imaginate que tengo muchísimas. De Manu recuerdo algo de Beijing 2008, yo estaba volviendo del comedor y él estaba molesto con un medio argentino porque había titulado "otro gran fracaso argentino" hablando de una atleta nuestra que no había superado la clasificación. Manu se enoja y me dice "estoy muy enojado con este medio porque acá los únicos que podemos fracasar somos el fútbol y nosotros, los demás ya son exitosos por estar acá adentro". Eso habla de un tipo comprometido con el deporte argentino, Manu tiene una calidad y visión de las cosas suprema, siempre ha sido así. Y de Chapu... (risas) son miles también. Hay una que lo involucra con Manu. Manu, que estaba lesionado, lo llama a Chapu antes del partido por el bronce y le dice "no se te ocurra presionar a Siskaukas porque parece lento pero te va a pintar la cara". Chapu lo escuchó y lo primero que hizo fue presionar a Siskaukas, le robó la pelota, se la volcó en la cara y lo primero que hizo fue ir gritarle el punto a Manu, como diciéndole "no me digas lo que no puedo hacer". Son así, estos tipos son increíbles, son una verdadera familia.

 

- Y en el aire está esa sensación feliz de todo ese legado vivo que dejan pero también está la contrariedad del duelo de saber que dentro de una cancha con la selección no van a estar más.

. Sí, hoy pensaba incluso que seguramente va a haber una película de estos tipos, no creo que nadie deje de lado esa posibilidad. Y cuando hablo de estos tipos me refiero a los jugadores, que son los protagonistas de todo esto y es muy probable que a alguien se le ocurra hacer una película porque yo me di cuenta este año que son un ejemplo de la sociedad entera. Es admirable. Vamos a extrañar a los que se van como extrañamos en su momento a Oberto, a Pepe y a muchos otros, pero hay que seguir peleando con los que están y apoyarnos en Luis que sigue siendo el capitán de la selección, en Carlos que estamos todos muy felices con su vuelta y en lo que hacen Campazzo, Laprovittola y otros jóvenes. Hay que añorar a estos pero también hay que empezar a mirar hacia adelante, viendo qué podemos hacer para seguir involucrados en el máximo nivel. Son ciclos y hay que aprender a soltarlos para darle lugar a otros nuevos. Sería más duro si sabés que es algo que se cierra pero no se puede abrir otro, pero estos son ciclos que hay que cerrarlos para que, esperemos, surjan otros con tanto romanticismo como este que provocó.

 

- Dentro de lo relajante que aparece tener vigente a Luifa y la vuelta de Carlos, ¿Te tranquiliza mucho también el hecho de saber que tendremos a los Campazzo y Laprovittola marcando esa nueva era como si fuera un círculo que se retroalimenta de ese sello que estos tipos instalaron?

. Tal cual, no tengas la menor duda. Ese es el verdadero legado, por eso te decía que es más importante eso que cualquier medalla que puedan haber dejado. Tenemos que usar ese camino, seguir a través de esa línea. Es difícil que te dejen una herencia de conducta, de idea y de identidad, entonces ya que la dejaron hay que aprovecharla al máximo.

 

 

- Ahora te vas a tomar un descanso, un tiempo libre, ¿Qué viene después de eso para vos?

. Ni idea, incluso no sé bien lo que voy a hacer ahora (risas). Voy a tomarme unos cuantos días para ver qué hago, seguramente usaré algunos días para descansar y luego para viajar y aprender un poco más. También tengo unas clínicas y unas charlas pendientes que no las he podido hacer todavía porque no tengo tiempo. También quiero instalar mi campus para que quede para siempre, es un proyecto que tengo desde siempre y no lo he podido hacer todavía. Quiero sacarle todo el jugo posible a estos meses que estaré parado, que no sé cuántos serán, y después veré la mejor opción de trabajo que tenga, una opción que me permita seguir creciendo, es lo único que me interesa. A veces el dinero y el proyecto vienen de la mano, pero el tema económico no es una condición para mí sino el hecho de tener un buen proyecto, buscar cosas para seguir reinventándome y creciendo. No me gustaría el día de mañana estar en una posición cómoda de un entrenador simplemente ganando plata o haciéndolo como un trabajo cualquiera, no lo puedo hacer porque para mí esto no es cualquier cosa. Esto es un trabajo más pasión, más hobby, más pasatiempo, más vida, por eso siempre sigo buscando cosas para crecer. Sí me pareció que ahora no era un momento para meterme en ningún proyecto de inmediato porque no iba a tener esa energía que necesito para dar lo mejor de mí, porque lo haga con tanta pasión y energía que si no la tengo no me parecería faltarle el respeto al equipo que agarraría.

 

- ¿En la selección estarías dispuesto a continuar independientemente de que ya haya habido o no un contacto por una renovación?

. Haber no hay nada, todavía no he tenido ninguna charla con Susbielles acerca de mi continuidad o no, pero yo no tengo problemas. Si hay un equipo al que yo siempre escucharía sería la selección argentina, es obvio, de eso no tengo ninguna duda. Siempre estaría dispuesto. La selección es mucho de ese proyecto que te decía antes, porque tiene eso que me genera un desafío, un crecimiento, algo que me permite ilusionarme. Todas esas condiciones las encierra la selección argentina, está clarísimo, pero no hemos hablado absolutamente de nada. El presidente de la Confederación con su gente tendrá que hacer ahora un análisis, un balance de todo, tener la cabeza fría y tomar una decisión porque ahora en cualquier momento se va a venir el estado full time en la selección. Al cambiar la forma de disputa y pasar a hacerse ventanas el día de mañana, calculo que el próximo entrenador ya va a ser full time. Es un tema que van a tener que estudiar bien y lo importante es que, esté quien esté, todos los que estamos en el básquet reguemos para que el básquet argentino siga teniendo esa salud, en cualquier estamento y desde cualquier lugarcito, para que siga siendo esa selección que nos emociona en todos los torneos que juega.

 

 

Lucas Leiva / [email protected]

En Twitter: @lucassleiva

En Twitter: @basquetplus

 

Compartir