NBA 2019/20

Jamal Murray: el canadiense que siempre se preparó para la NBA

21:24 08/09/2020 | Cuando era chico entrenaba en la nieve y meditaba para dominar cualquier entorno Creció en Canadá, se formó en Kentucky y explotó en la NBA.

Murray va por más (Foto: NBA)

Son las diez de la noche. Hacen aproximadamente 20 grados bajo cero. Es una cancha pública en Ontario, Canadá. Un chico de edad incierta lanza al aro y está exhausto. No deja de nevar y un adulto a su lado, que parece ser el padre, le cuenta cada libre convertido. Continúa cansado, pero no se detiene. 20, 21... Todavía le falta. "Vamos, ya termina", le grita el señor.  

 

El niño pide clemencia. Caso omiso. A todo esto, jamás falló un tiro desde que empezó la cuenta. 26, 27... Los copos blancos siguen apareciendo y su cuerpo empieza a temblar. Falta poco, cada vez un poco menos.  

 

28, 29, finalmente 30. La rutina finiquitó y aquel imberbe por fin recibió el permiso de irse a casa. Guardó sus cosas e intentó secarse con una toalla. No lo logró. La nieve seguía y se fue picando la pelota, intentando quitarse el frío de manera psicológica.  

 

Con el tiempo todos descubrieron que ese pibe era Jamal Murray y en ese momento apenas tenía siete años. Su papá, Roger, le puso un mandamiento al mejor estilo de Coach Carter en Juego de Honor. Luego de terminar cada entrenamiento, para poder partir debía anotar 30 tiros libres seguidos. ¿Y si fallaba alguno? Tenía que dejar la pelota y ponerse a correr por la colina que rodeaba a la cancha para después volver e intentar convertir de nuevo todos los lanzamientos.  

 

Disciplina, ese era el punto nodal de la educación informal de Jamal, impartida por su padre desde que tocó el primer balón para lanzar en aquel aro portátil de plástico de Fisher-Prince. Además, Roger incorporó las enseñanzas de Bruce Lee y el kung fu, destacando la fuerza física, pero también la fortaleza mental y la calma interior. 

 

Jamal aprendió con el tiempo a meditar diariamente, inhalando, exhalando, escuchando a su corazón y eliminando todo ruido exterior. Ese ejercicio también lo debía realizar siempre luego de cada entrenamiento y paulatinamente pudo dominarlo. 

 

El final de las rutinas al terminar las prácticas era agotador y también el inicio de cada una de ellas. En el gimnasio o al aire libre, sea verano o invierno, no tenía pausa. Flexiones y piques en la nieve, lanzamientos con la zurda y dominadas en el arco de fútbol del parque eran el pan de cada día para Jamal, quien a veces se quejaba de no tener la vida de un niño normal.  

 

Para Roger todo tenía un por qué y, a pesar de algunos reproches, Jamal siempre terminaba entendiendo que para cumplir su sueño de ser jugador profesional debía cumplir a rajatabla cada enseñanza. Las flexiones y las dominadas eran para que tenga fuerza, los lanzamientos con la zurda para que domine ambas manos y los piques en la nieve para controlar el balón mejor que nadie, sin importar la circunstancia.  

 

Hora de volcar lo aprendido 

 

Así llegó la secundaria y Murray se inscribió en Orangeville, una academia de básquet localizada en Ontario, que estaba diseñada para preparar a los jugadores para el siguiente nivel. En ese lugar trasladó por primera vez todo lo que había aprendido con su papá y se convirtió rápidamente en el favorito del público.  

 

Su primera gran prueba fue en 2014, cuando tenía 17 años y disputó el prestigioso Nike Hoop Summit. Lamentablemente, el base no debutó de la mejor manera y apenas totalizó 10 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias. Aún así, esa experiencia lo despertó. Se dio cuenta que todos esos grandes jugadores no eran más que él y de que, si quería, podía superarlos tranquilamente, siempre con trabajo duro y confianza.  

 

Un año después, Jamal volvió más fuerte y estaba decidido a demostrar que nadie era mejor. Simplemente la rompió. Anotó 35 puntos, fue elegido MVP y su equipo, Team World, consiguió la victoria ante Team USA (103-101), que contaba con talentos de la calidad de Brandon Ingram y Jaylen Brown, entre otros.  

 

Y si eso parecía lo mejor están equivocados. Tras ese delirio anotador, Murray lideró a Canadá en el triunfo frente a Estados Unidos en las semifinales de los Panamericanos, donde Jamal anotó 22 puntos en el último cuarto para forzar la prórroga y, una vez allí, convertir una sucesión de triples kilométricos que les permitió a los canadienses conseguir la histórica hazaña de liquidar los yanquis (80-74). Esa medalla fue la primera de Canadá en 70 años y todo gracias a un pibe de apenas 18 años... 

 

Destino Kentucky 

 

Los ojos del mundo estaban sobre Jamal y el próximo salto era mudarse a Estados Unidos, por lo que decidió alistarse en Kentucky University. El entrenador era el legendario John Calipari y al comienzo nada fue fácil. El técnico lo criticaba mucho por sus circenses lanzamientos. De entrada, le costó entender que Murray siempre practicaba esos tiros y que si lo probaba en un partido era porque previamente había entrenado cada movimiento un sinfín de ocasiones.  

 

Ambos desarrollaron una química especial con el tiempo y el canadiense no hizo más que seguir creciendo y formándose, llegando a promediar 20 puntos y 5.2 rebotes en su primer año universitario, con unos porcentajes del 95.0% en libres y 41.0% en triples. Tal fue su irrupción que esa media anotadora sigue siendo hasta el día de hoy la más alta de un novato en la historia de la universidad.  

 

Su calidad, obviamente, necesitaba dar un salto y la NBA era la única salida posible. Abrió la puerta al profesionalismo en el Draft de 2016 y el 24 de junio fue seleccionado por Denver Nuggets en el pick 7.  

 

Volviendo a lo que conocía 

 

Como cuando llegó a Kentucky, Jamal no pudo hacer pie en sus primeros partidos en la NBA y falló los primeros 17 lanzamientos que tomó. Fueron tres semanas devastadoras que intentó finalizar con meditación, intentando encontrar en su mente el equilibrio necesario para rendir en una liga profesional.  

 

Inhalando y exhalando encontró la manera de salir del pozo y un día todo volvió a la normalidad. Fue elegido novato del mes el 1 de diciembre y finiquitó la temporada 2016/17 con unos promedios de 9.9 puntos, 2.6 rebotes y 2.1 asistencias que sirvieron para demostrar que llegó a la NBA para nunca más irse.  

 

Su primera campaña en la liga de Estados Unidos había sido buena, pero él no estaba conforme y entrenó a más no poder para regresar con más fuerza. Llegó la 2017/18 y ocurrió exactamente lo que imaginó en su mente, yéndose hasta los 16.7 puntos de promedio, que fueron acompañados por 3.7 rebotes y 3.4 asistencias.  

 

Peldaño a peldaño Jamal fue escalando y su juego cada vez tuvo menos fisuras. Su punto más álgido llegó en estos playoffs, en la serie ante Utah Jazz en donde no pareció humano. Eso, aunque algunos no lo crean, fue una pequeña muestra de lo que puede llegar a dar. Mientras tanto, él no se duerme en el Olimpo y sigue trabajando sin descanso, como lo hacía en la nieve cuando tenía siete años, divagando entre sueños y dolores. 

 

La disciplina ante todo 

 

Su carrera es una enseñanza y nos demuestra que siempre hay que estar preparados para las oportunidades. De nada sirve esperar a que todo llegue. Vislumbrar el futuro y trabajar para crearlo, de eso se trata la vida. 

 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

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