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Quizá Ron Artest, o Metta World Peace, solo haya quedado en la visión de la gente en general como el revoltoso, provocador y, en ocasiones, violento jugador que tiene en su haber la suspensión más larga de la historia de la NBA por un incidente dentro de las canchas. 

En 2004 fue parte central de la batahola que se armó en The Palace of Auburn Hills, cuando él jugaba para Indiana y se armó una gresca con Ben Wallace y otros Pistons, que terminó con Artest golpeando a hinchas y demás, pero no hablaremos aquí de eso. 

En este caso, difundiremos el otro lado de Artest, un muchacho criado en un barrio marginal de Queens, New York, y de corazón generoso más allá de su imagen. Algo, de alguna manera, similar a lo que siempre pasó con Dennis Rodman. Y aquí un ejemplo. 

En agosto del año 2009, Artest visitó Wuhan, hoy conocida más que nada por ser donde saltó la pandamia del Covid-19. Hizo algunas actividades promocionales y en uno de esos encuentros se topó con un muchacho de 15 años, Zheng Fengyu, de un barrio muy pobre, que se mostró como su fan.

Artest, conmovido por la actitud del joven y sus deseos de superación, no lo dudó y se sacó su reloj de oro y diamantes, valuado en 45.000 dólares, y se lo regaló para que pudiera costearse el resto de su educación. El chico se llevó además unas zapatillas autografiadas por Artest. "Es un chico increíble -dijo Ron luego del regalo-. No me dejó tirar un solo tiro cómodo. Ojalá que esto lo ayude a cumplir su sueño de basquetbolista".