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Un campo, mucho frío y todos abrigados, salvo uno que jamás lo hacía. Algunos dicen que emociones nunca sentía cuando la pelota tenía y mucho menos ese día. Fiel a su short corto y haciéndose grandes entre hombres verdaderamente gigantes. Lo suyo era de espíritu monstruoso y al lado estaba otro legendario deportista, que en vez de patear el balón lo picaba. Se llamaba Marcelo Milanesio. Al otro algunos lo conocían como Dios, pero le decían Diego Maradona.

-¿Saliste a correr esta mañana? - le preguntó el basquetbolista.

-Sí, hicimos seis, siete kilómetros - respondió el futbolista sorprendido por el regalo que había recibido.

-¿Por dónde? ¿Por acá? - insistió Milanesio. 

-Sí, y ahora vamos a ir a comer. Más rápido que un saludo comés acá - replicó de nuevo el diez.

Ese fue el preludio de un encuentro entre dos verdaderos grandes, cada uno en su deporte. La camiseta llevaba el número nueve y significaba un obsequio majestuoso de uno de los mejores jugadores en la historia del básquet argentino, quien representaba al equipo más destacado de esa época: los 90. 

Un tiempo luego Maradona, hincha declarado del básquet, se probó su nueva casaca mientras se reía como un niño recibiendo un regalo en navidad, pensando jamás sería igual de feliz que en ese instante en el que lo tuvo todo.  

 ¡Reunión de leyendas! Diego Maradona y Marcelo Milanesio#GraciasD10s | #GraciasDiego
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— De Bandeja Basket (@debandejabasket) November 26, 2020

Ignacio Miranda/ [email protected]
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