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Campus de Verano 2021 del Huevo Sánchez.

Villa Marista, Mar del Plata.

Una pelota y un sueño.

Una foto y miles de corazones que ya tienen un dueño.

Por cada lujo que haga Campazzo en la NBA, una niña o un niño empezarán a probar eso de la naranja. Cuidado, genera adicción.

Puede ser un descontrol. Televisores pasan a segundo plano, un balón reemplaza al sillón y se disipa la razón. En un parque, en club, en la calle y en cualquier detalle, la pican y se divierten, que se van a comer el mundo sienten.

Por cada lujo de Campazzo, un nuevo adepto, por cada pase, un talento no se deja que se escape.

Amor, magia, la vida misma, lo esencial y lo que verdaderamente importa. Como con Manu en San Antonio y un sismo que replicó en el país. 

Una 20, la 7, sensaciones de las buenas, de esas que no se van y para siempre se quedan.

Buscábamos moldes similares, pero no entendíamos que la verdad tiene mil formas. La pureza le era ajena, en sus curvas había belleza, en sus errores, aciertos y en su simpleza, la realeza. 

Natural destreza, magia de esas.

No mide 1,98, tan solo 1,80. Pero lidera con el ejemplo, como debe ser, sin creerse más que los demás y dándolo todo sin dudar. 

No hay tiempo para el egocentrismo, su altruismo es la mejor versión de sí mismo.

Lo saben en Denver, lo aman en Argentina. 

Era blanco y negro, ahora es azul o rojo. 

Manu, Campazzo, la 20, la 7... 

Somos testigos de la revolución. 

De la vuelta del básquet y su devoción a nuestra querida nación.  

Ignacio Miranda/ [email protected]
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