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Aquel primer tiempo en el primer juego de las finales de la NBA fueron un presagio de que están eran sus finales, de su determinación para estar presente en tiempo y forma, demostrando que este trofeo no se podía escapar. Jugó, generó, embocó, festejó, defendió, sonrió y hasta se enojó, todo eso fue Stephen Curry en esta definición ante los Celtics.

Si bien estuvieron abajo por 2-1, la confianza del equipo de Keer nunca quedó a un lado y mucho tuvo que Curry, quien tomó la posta en el segundo cuarto del cuarto partido para enderezar la nave del equipo y viajar sin escalas hacía el título de campeón de la NBA, aquel que por decantación y sin objeción le iba a dar el MVP de las finales.

A sus 34 años de edad, Curry gana su cuarto anillo de campeón, rubrica (por si quedaban dudas) que sus Warriors son dinastía y consiguió ser el MVP de las finales, un detalle que algunos osaban en criticarle por no haberlo conseguido en los otros tres campeonatos.

En este juego que era definitorio salió a jugar el partido con la fiereza de un ganador y la inteligencia que solo los jugadores de su calibre suelen dejar ver con tanta notoriedad. Fueron 34 puntos con seis triples en once intentos, pero también fueron seis canastas dibujando fantasías desde el dribbling, en el uno contra uno, para dormir cada intento de remontada de Boston.

Fueron 32.1 puntos de promedio como número tajante para darle el premio al más valioso, pero también se describe en su deseo de ganar, en la seriedad con que se tomó volver a ser campeón de la NBA, recordando lo que sufrieron los dos años en los que ni llegaron a playoffs, pero solo estaban juntando fuerzas.

Golden State ha vuelto, ha vuelto a ser lo que fue, una maquina lista para ser campeón de la NBA casi sin despeinarse, en un equipo siempre reconoció que su mayor virtud es el ataque, pero que sin defensa no llegarían, entonces desde el primero al último se pusieron a defender por la causa y Curry no estuvo ajeno a eso.

Stephen Curry, el hombre que cambió el básquet en la última década y en el mítico TD Garden escribió un nuevo capítulo en su rica historia, aquel que dirá que a sus 34 años fue el mejor jugador de las finales de la NBA, la frutilla del postre para una carrera ilustre desde todo punto de vista.

Mauro Osores / [email protected]

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