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El pueblo era conocido por su fanatismo por la pesca y poco tenía que ver con el básquet, a pesar de que sus hinchas eran fieles y de que el equipo estaba disputando el Torneo Federal. El lugar se llamaba San Javier, era caluroso. Esa tarde hacían 40 grados. A medida que caía la siesta los jugadores rivales comenzaron a llegar a la zona. Uno de ellos, el de mayor trayectoria, había sido alguna vez campeón de la Liga Nacional y su nombre era Mariano Bebo Cerutti. 

El resto de sus compañeros lo cargaban porque ya conocían la cancha. "Cuidado Bebo, no se puede tirar de triple desde la esquina porque no entra el pie", le decían. Pero él hacía caso omiso, no lo creía, sonaba como algo inverosimil. Al llegar al estadio le abrazó un sentimiento único, estaba repleto. A pesar de eso, por el momento no notó diferencias y los chistes que le contaron parecían no ser más que una mera burla. 

Todo cambió cuando entró al rectángulo de juego, en donde la pristina tarde y la limpieza del parqué contrastaban con la pequeñez en la que se encontraba. Bebo parecía Guilligan el gigante de la isla repleta de enanos. Pero no por quienes lo rodeaban, sino por lo atrapado que se sentía. "Era increíble porque verdaderamente no se podía lanzar desde ese sector, ¡¡¡teníamos que ir en puntitas de pie para anotar allí!!!", rememora muchos años después el veterano jugador que hasta el día de hoy sigue disputando el Torneo Federal. 

Al terminar el partido llegaron los abrazos, la relajación, pero también la confirmación de un cuento que no fue cuento, de un relato verídico que lo corroboró en primera persona y con su propia piel, con sus propios pies. A la vuelta fueron puras risas, ni él podía creer lo sucedido, ni sus compañeros que no les haya creído. 

Tiempo después, Bebo estaba inquieto, no podía entender porqué se les permitía jugar en dicha cancha. Tras días de disputas con su conciencia se decidió y fue a hablar con el comisionado de la liga. Medio en joda, medio en serio, Mariano le preguntó acerca de la situación, pero el directivo, de manera elocuente, le dijo: "la verdad, no vayas para los costados, o es de afuera o es de adentro ja". 

Nacho Miranda / [email protected]

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