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Boca superó con carácter y jerarquía a Instituto en Córdoba por 92-90 para ponerse 2-1 arriba en la final de la Liga Nacional. Más allá del valor emocional y estratégico de recuperar la localía, hay un dato histórico que alimenta el optimismo xeneize: en series finales al mejor de siete, el equipo que gana el tercer juego tras un empate 1-1 suele terminar consagrándose campeón. El antecedente más reciente lo marca Quimsa, que en 2023 ganó el desempate 1-1 ante Boca de visitante (83-78) y luego se coronó 4-1. La tendencia tiene sustento: siete de las últimas ocho finales con esta situación fueron para el que rompió la paridad.

La lógica se repite en distintos momentos de la historia de la Liga. En la temporada 98/99, Atenas igualó 1-1 ante Independiente y ganó el tercero de visitante, camino a su sexto título tras una serie que llegó a siete juegos. Estudiantes de Olavarría en 2000 y Gimnasia de Comodoro en 2006 también destrabaron el 1-1 ganando a domicilio el juego 3 y terminaron celebrando por 4-1 y 4-2, respectivamente. Lo mismo ocurrió con Atenas en 2009, que se impuso en el tercero por 76-74 en Mar del Plata ante Peñarol y luego cerró la serie 4-2. El caso de Peñarol en 2014 refuerza la tendencia desde el lado local: ganó el tercer juego en casa por 94-77 y conquistó el campeonato 4-2.

Sin embargo, hay un único antecedente que no se ajusta a esta regla: en 2007, Peñarol se llevó el tercer juego en Buenos Aires por 58-57, pero Boca se recuperó y terminó consagrándose campeón 4-2. Justamente ese recuerdo puede funcionar como advertencia para los dirigidos por Gonzalo Pérez, que deberán mantener la intensidad y el enfoque para no ver repetida la historia desde el otro lado.

Pablo Catalá / [email protected] 
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