Historia de los JJOO

A 25 años de un triunfo memorable ante la Lituania de Arvydas Sabonis

08:40 22/07/2021 | La vuelta después de 44 años a los JJOO vino con una victoria épica frente a una potencia europea. Luis Villar recordó con Básquet Plus aquel momento histórico del baloncesto argentino.

Marcelo Nicola en acción ante Lituania
Las gestas deportivas son más lindas cuando tienen épica, cuando David derrota a Goliat mientras nadie lo esperaba o como cuando un puñado de jugadores inexpertos en citas olímpicas se dan el gusto de mojarle la oreja a un poderoso; por todo esto el triunfo de Argentina ante Lituania (65-61) en Atlanta, un 23 de julio de 1996 es una historia para recordar toda la vida.
 
Fueron 44 años de querer y no poder, de intentar y no llegar a un Juego Olímpico, a la meca del deporte que tenía lugar reservado para unos pocos. Fue en el Ruca Che de Neuquén en 1995, donde Argentina organizó y festejó aquello que tanto añoraba.
 
De la mano de Guillermo Vecchio en la conducción técnica y Marcelo Milanesio como capitán y símbolo del equipo, el seleccionado albiceleste viajó a Estados Unidos con una valija llena de ilusiones y la premisa alentada por el entrenador de competir contra todos, incluso contra el Dream Team.
 
"No fuimos con un plan pensando que le teníamos que ganar a Lituania obligadamente, pero si era un juego en el que nosotros queríamos demostrar que estábamos bien, que veníamos mejorando y corroboramos lo bien que habíamos jugado en el primer tiempo con Estados Unidos", recordó el Mili Villar, uno de los doce elegidos para ser parte del desafío olímpico en Atlanta.
 
Previo al torneo, la preparación del equipo fue intensa y constante como solían ser todas las que diagramaba Guillermo Vecchio, vinculadas con la exigencia y la motivación psicológica, como cuándo les dijo un tiempo después a los de la Generación Dorada que piensen y entrenen como para jugar en la NBA.
 
"Lo del proceso de Vecchio fue tremendo, con él empezamos a ver resultados concretos. Nos hablaba de cosas que parecían utópicas y cada vez que iniciamos una concentración nos decía 'vamos por la medalla' y nosotros al principio nos mirábamos pensando que le pasa a este loco. Sin embargo entrenamos como para ir por una medalla, eran procesos durísimos y además lo que tenía Guillermo era la motivación durante los cuarenta minutos del partido; un poco por él y otro tanto por nosotros que empezamos a percibir que nos estábamos tan lejos, que siendo prolijos y ordenados podíamos darle un susto", remarcó el ala pivote cordobés.
 
El partido que cerraba la segunda jornada arrancó con una Argentina agresiva desde la defensa, como la principal arma y las manos calientes de Juan Espil y Milanesio para sorprender a un conjunto lituano que entró desconcentrado y sufrió la rispidez del rival para no jugar cómodo.
 
"Todo nuestro juego se basaba en la defensa, era a partir de eso. Nosotros sabíamos que para jugar teníamos que defender duro, salvo Espil o Marcelo que por ahí tenía algunas concesiones, los demás teníamos que rasparnos y hacer un trabajo defensivo bueno para mantenernos en cancha", recordó
 
- ¿Te acordas de algo puntual en cuanto al juego o a la defensa que establecieron sobre todo en el juego interior para molestar a Sabonis?
 
- Después de la lesión de Marcelo Nicola el partido se hizo muy áspero. Me acuerdo de un falta que le hago a Sabonis que para que no sea foul y gol y le terminó pegando con el codo en la cabeza. Estuve quince minutos sin poder mover el brazo y él se rascó como si le hubiera picado un mosquito. Nosotros sabíamos que no teníamos margen de ningún tipo de liviandad y por eso es que jugamos muy fuerte ese día, no solo con Sabonis.
 
- ¿Los sentiste incómodo a Sabonis como no pudiendo entender que estaban perdiendo en un Juego Olímpico contra Argentina?
 
- Tengo la sensación que ellos creían que en cualquier momento lo daban vuelta y de hecho llegaron a sacar siete u ocho puntos cerca del final y nosotros recuperamos con un par de triples. Recuerdo el fastidio de Sabonis al final del partido, era como un león enojado en una jaula, con esa voz grave que tenía, gruñendo y nosotros como moscas marcándolo todo el tiempo e intentando hacerle su tarea más difícil.
 
-¿Cómo repercutió en el juego la pérdida de Marcelo y más con la lesión fea que tuvo?
 
- Fue como una inyección anímica para nosotros  la lesión de Nicola, fue una de esas lesiones que impactan bastante visualmente. Todos lo vimos y creo que fue una especie de fortaleza mental y de ganas de querer regalarle la victoria a él, es más después de ganar no apreciamos tanto el triunfo por lo de Marcelo que nos entristeció y nos golpeó, te diría que fue un festejo muy light para lo que habíamos logrado.
 
La ofensiva de Argentina, ante la baja de Nicola, recayó toda en Juan Espil (25 puntos con 4/11 triples) para aprovechar las cortinas y encontrar sus tiros, sumado a la conducción agresiva de Milanesio (15 puntos) también aprovechando una buena noche con el lanzamiento. Asumiendo y corroborando esa manera de jugar del equipo, Villar dio su opinión sobre aquella noche furtiva ofensivamente tanto de Milanesio como de Espil, a quien le dejó un mensaje.
 
"Marcelo (Milanesio) en la selección cedía protagonismo, pero cuando tenía que tomarlo lo hacía sin dudar, a mi no me sorprendió. Con Juan (Espil) la cuestión era que todas las ofensivas pasaban por él, era la primera y segunda opción, de hecho varios de los problemas de espalda que tengo hoy en día creo que se los debo a él por la cantidad de cortinas que le puse toda mi carrera tanto en Atenas como en la selección. Nosotros jugábamos así, nuestras opciones ofensivas estaban definidas y utilizábamos la inteligencia de Marcelo para hacerle llegar el balón a Juan, que se las ingeniaba para que en algún momento le quedara el tiro, tomarlo y tener alta efectividad como la tuvo ese día", explicó.
 
La Generación Dorada rompió con todos los paradigmas del básquetbol argentino y sus victorias, una más importante que la otra, fueron dejando atrás otros hechos de alto impacto como el triunfo ante Lituania en 1996. En aquel contexto haber vencido en un JJOO a la selección que había sido Bronce en Barcelona 92 y segunda en el Europeo, fue un hito mayúsculo que no se daba todos los días, por eso que en ese entonces estaba entre las más importantes de todos los tiempos.
 
Para Luis Villar, número seis de esa selección, aquel golpe frente a los lituanos está entre las top de Argentina en un Juego Olímpico: "Fue una victoria histórica, creo que de las tres o cuatro más importantes de la historia de la selección en unas olimpiadas, obviamente que después queda todo minimizado por lo de la Generación Dorada, pero en ese momento y en ese contexto ganarle a Lituania fue algo increíble". 
 
La defensa gana campeonatos dice un axioma del básquetbol y para Argentina haber derrotado a un poderoso como Lituania valió como un campeonato y lo hizo en base a la entrega y a la concentración defensiva. Atlanta 1996 quedó para la historia por la vuelta a un Juego Olímpico y por haber tenido en medio esa alegría de tumbar a un poderoso europeo, dando a entender que el básquetbol argentino estaba de pie y además presagiando gestas que iban a venir, una tras otra. unos pocos años después de la mano de esa fábrica de grandes jugadores denominada Liga Nacional.

 

 

Mauro Osores / [email protected]
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En Twitter: @osoresmauro

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