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Las flores renacen en la primavera y Máximo Fjellerup también. Es verano y está viviendo la estación a su manera, creciendo a caudales y demostrando que se encuentra listo para dar un nuevo salto. 

Demostró las primeras credenciales en el Mundial de China del año pasado y en las últimas ventanas no necesitó enseñarlas. Entró, saludó y respondió con hechos siendo uno de los jugadores más importantes del seleccionado argentino en los partidos de la ventana frente a Chile y Colombia.

Imposible evaluar una faceta sin la otra porque tanto en ataque como en defensa se desempeñó muy bien. Atrás fue agresivo y aprovechó su envergadura para molestar, bloquear y ayudar en las rotaciones. Promedió 3.0 robos y 0.5 tapas que señalan parcialmente su aporte, a la vez que el espacio cubierto y su inteligencia para rotar son cosas que no se ven en las estadísticas pero que todos valoran.

¿Y en la ofensiva? Fue el factor seguro dentro de vastas sorpresas. Tuvo medias de 13.0 puntos, 4.5 rebotes y 1.0 asistencias en los dos juegos, aprovechando su kilométrica zancada y su buen primer paso para castigar en transición cuando tuvo oportunidad de hacerlo. 

Su tiro desde la tercera dimensión no lució del todo bien (apenas 26.5% entre los dos encuentros), pero ya dio muestras de progreso en ese aspecto y es normal que todavía no encuentre regularidad. Por otro lado, en sus lanzamientos libres y de dos puntos mantuvo correctos porcentajes, ya que en el primer aspecto tuvo un 75.0% y en el segundo un 83.5%. 

Entre tantos nuevos nombres y grandes promesas, Fjellerup se erige como uno de los principales de la actual generación y todos los saben. Por si todavía no se aprendieron su nombre, es recomendable hacerlo. El futuro, por suerte, llegó. Que corra el reloj.  

Ignacio Miranda/ [email protected]
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