Informe

La revolución de los DT U30 en las primeras 10 ligas

09:16 20/05/2020 | Entre 1985 y 1994 irrumpió una generación de entrenadores muy jóvenes que le terminó arrebatando el protagonismo a los veteranos. Muchos siguen vigentes.

Sánchez, Vecchio, Lamas, García y Hernández

Oscar Sánchez tiene un carácter particular, pero una condición indiscutible: es un apasionado absoluto por el básquetbol de toda la vida. Cuando la Liga Nacional comenzó su temporada de transición en 1984, de 10 equipos, Huevo sobresalía porque, si bien el bigote le hacía aparentar más edad, tenía apenas 25 años. Los otros 9, o eran veteranos famosos (Schonwies, Finguer, Parizzia, Jorge Martínez, Beto Cabrera), desconocidos del interior (Walter Garrone, Carmelo Varni, Juan Carlos Spies) o aspirantes a protagonistas, como Luis Martínez en Ferro, donde venía de ser asistente de la leyenda: León Najnudel.

Sánchez, ese año, fue la rareza, pero de alguna manera dio el puntapié inicial para una situación que se daría de forma constante en las primeras 10 temporadas: la increíble juventud de un grupo de entrenadores que fue tomando cada vez más el liderazgo de la profesión. Casualmente, una buena parte de ellos nacidos en Bahía Blanca. 

"No sé por qué pasó. Se dio así debido a que coincidió que nos criamos con los monstruos y la prensa bahiense nos apoyó mucho -dice Huevo Sánchez-. A mí por ejemplo me ayudaron muchísimo periodistas como Enrique Nocent y la radio siempre. Y que fueran muchos de la ciudad es porque Bahía era Bahía en esas décadas. Ahora no es ni un 10%". 

En la primera edición de la Liga, Huevo volvió a ser el único U30, ahora dirigiendo a Estudiantes (BB), mientras que en 1986 se agregó un vecino, Daniel Allende, para tomar a Olimpo. Trompo tenía 30 y llegó a la final con un equipo también sumamente joven, con Montenegro (20), Esteban Pérez (19) y Ariel Scolari (19) como piezas importantes. Los entrenadores más veteranos todavía no se animaban a elegir definitivamente a la Liga y dejar un segundo trabajo o armar la valija para instalarse en el interior. Además, los pibes resultaban una buena apuesta también desde lo económico. Las ganas hacían que el dinero no fuera lo más importante.

En 1987 se agregó Guillermo Vecchio, que con 27 años venía de ascender en 1986 con Estudiantes de Concordia, y también Juanqui Alonso, tomando a otro ascendido, Olímpico de La Banda, con 29 años. En 1988, un nuevo bahiense U30, Paquito Álvarez, fichaba en Pacífico de Bahía con 28 años. Ya había dirigido, con 25, 3 juegos en la Liga de 1985 tras la salida de Carlos Ferello.

Para 1989 se produjo el caso más increíble, que rompería un récord que sigue vigente. Tras dirigir 3 partidos en Sport Club, Yoyo Cavallero renunció al cargo de entrenador y Eduardo Bazzi, presidente del club, le ofreció el puesto a Julio Lamas, que debutó en la cuarta fecha. Era marzo de 1989 y Lamas tenía 24 años y 9 meses. Un nene. Había arrancado la temporada como asistente de León Najnudel en Ferro pero, cuando le salió esa chance, no lo dudó y se fue a Cañada. 

Lamas analiza el fenómeno de los entrenadores híper jóvenes de la época: "Creo que tuvo que ver con que en el comienzo de la Liga los que solo trabajaban de entrenadores eran unos pocos y  los demás tenían otro trabajo. Cuando les ofrecían contrato en un equipo de LNB o Liga B, por viajes o hasta mudanzas, tenían que dejar el otro trabajo los que tenían 45 o 50 años, y la mayoría no se decidió a hacerlo". 

En ese 1989, por primera vez hubo 3 entrenadores, de los 16, con menos de 30 años: Lamas (24), Vecchio (28) y Álvarez (29). Al año siguiente, en la liga corta del 90, se sumó un cuarto: Daniel Rodríguez (27), que comandaba a GEPU de San Luis. Lamas, en esa temporada, jugó la final con Sport frente a Atenas faltando pocos días para cumplir 26 años. Una locura si se lo piensa hoy. 

Pero la historia siguió cada vez con más fuerza. En 1990/91 llegó otro nene a Estudiantes de Bahía para comandar un plantel que, por ejemplo, tenía a un consagrado Hernán Montenegro (que igualmente tenía solo 24 años) y a una joven promesa llamada Juan Espil (22). Se llamaba Néstor García, le decían el Che, también había nacido en Bahía Blanca y tenía 25 años. Lamas en 1990 (25) y García en 1991 (26), fueron los dos entrenadores más jóvenes en jugar una final de Liga. Y Daniel Rodríguez (28), el más joven en ganarla, con GEPU, en 1991. 

Pero faltaba más. En 1991/92 llegó Sergio Araoz a Independiente de Neuquén (27) y en 1992/93 se rompió el récord absoluto. Con el debut de Sergio Hernández (28) en Sport Club, 5 de los 16 entrenadores tuvieron menos de 30 años: Hernández, García (27), Lamas (27), Araoz (28) y Orlando Ferratto (30). En 1993/94 se agregó Pablo Coleffi, que con 28 asumió en Deportivo Roca, completando el círculo. 

En esas primeras 10 temporadas de Liga, hubo 12 entrenadores menores de 30 años. Más allá de que algunos quedaron en el olvido, algunas reflexiones al respecto. Tres de esos 12 fueron los que condujeron a la selección argentina desde 1993 a la fecha: Guillermo Vecchio, Julio Lamas y Sergio Hernández. Hernández y Lamas, además, lideran la Liga en torneos ganados (6 Oveja, 5 Lamas), y si ponemos al Che García, cuatro de los cinco entrenadores mas ganadores de la historia de la Liga salieron de ese grupo: Hernández, Lamas, Sánchez y el Che. 

De hecho, Hernández, Lamas y García siguen vigentes al máximo nivel. Los tres dirigieron equipos en el Mundial de China 2019 y se mantienen activos. Con el correr de los años, a partir de la profesionalización del cargo de entrenador y de la continuidad de los que empezaron tan temprano, la edad promedio de los entrenadores subió. El último caso de un U30 en la Liga fue Nicolás Casalánguida en la temporada 2008/09, cuando dirigió a Gimnasia de Comodoro con 29 tras reemplazar a Fernando Duró. 

Evidentemente, que hayan llegado tan jóvenes a la cima no fue algo casual. Lo hicieron en el momento justo en el lugar indicado, cuando la camada anterior no se subió al desafío que significó la Liga Nacional. Se entregaron con el corazón y después se aferraron a ese lugar con pasión y compromiso. Hoy, seguramente, ninguno está arrepentido. 

Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus

 

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