La Liga 2015/16

A pesar de los golpes, La Unión decidió ser un ejemplo

22:57 25/06/2016 | Los formoseños vivieron muchas situaciones que tranquilamente podrían haber puesto como excusas, pero en su lugar, hicieron una Liga brillante.

La Unión superó cada adversidad que tuvo adelante.

A pesar del gusto amargo de la barrida sufrida en la final a manos de San Lorenzo, cualquiera que haya seguido la temporada 2015/16 de la Liga Nacional, sabe todo lo que ha superado La Unión de Formosa para llegar hasta ese lugar. Desde inconvenientes deportivos, a distintas situaciones complicadas vividas fuera del ámbito basquetbolístico. Por eso, a pesar de que no logró un mejor resultado en la final, es justo y necesario reconocer lo que fue el año de los formoseños.

Repasemos. Desde el vamos, La Unión se armó distinto a otras temporadas: no le dio tanta relevancia al protagonismo de los extranjeros, sino que apostó por nacionales jóvenes y en el pico de sus rendimientos (Konsztadt, Orlietti, Elsener),  además de repatriar a un entrenador muy capaz como Guillermo Narvarte. Sin embargo, en un principio, esta apuesta interesante no dio resultados.

El equipo arrancó la Liga contaminado, especialmente por dos foráneos que no se adaptaron en lo colectivo (Osby y Withers). La Unión no encontraba el rumbo y tras 14 partidos, presentaba una marca para el olvido de 3 triunfos y 11 derrotas. Y de repente, el 19 de noviembre, la temporada daría un vuelco inmenso.

Cuando analizamos los méritos del San Lorenzo campeón, hablamos muchísimo de la química y de la importancia de encontrar extranjeros que se acoplen al trabajo de equipo. Y ese 19 de noviembre, La Unión lo encontró. Ya sin Osby ni Withers, se presentó en Paraná con seis derrotas consecutivas en sus espaldas. En su última presentación, había perdido por 38 puntos contra Libertad. Aquella fue la noche del debut de Shaun Green y el equipo fue otro de inmediato: victoria de visitante por 96-75 ante los de Svetliza, para empezar una Liga completamente distinta.

La llegada de Green y al poco tiempo de Torin Francis, fue tan importante por su aporte, como la salida de jugadores que tiraban al grupo para atrás. De a poco, el equipo empezó a jugar como tal, con todos los integrantes del mismo tirando para el mismo lado. Tal fue la fortaleza del plantel, que La Unión se volvió un especialista en ganar de visitante: contando aquella victoria ante Sionista, los de Narvarte ganaron 8 de sus próximos 9 partidos fuera de casa. Una barbaridad.

De aquella marca de 3-11 en el inicio de la temporada, poco quedó. Ya con un plantel establecido, La Unión demotró que no solo no pelearía por los puestos de permanencia, sino que se iba a prender de lleno en la lucha de arriba. Y eso fue exactamente lo que hizo.

Si no hubiera sido por la gran campaña de Olímpico, los de Formosa tranquilamente podrían haber terminado con el mejor récord del Norte. En su lugar quedaron segundos, con la ventaja de saltearse la primera vuelta de los playoffs. El equipo le dio la satisfacción al cuerpo técnico y a la dirigencia, de ser exactamente lo que se buscó desde el armado: un conjunto fresco, con mucha intensidad defensiva y sumamente peligroso en transición.

Mientras La Unión se preparaba para aquel cruce semifinal (y tras algunos golpes duros en lo extradeportivo), llegó una mala noticia: Shaun Green se había ido del país para no volver, eligiendo en cambio participar de un torneo en Estados Unidos. El mismo hombre que había sido fundamental para cambiar al grupo, abandonaba el barco en el momento más importante. Tranquilamente esto podría haber sido tomado como excusa por los protagonistas, pero una vez más, demostraron su resiliencia para superar el golpe de perder (sin posibilidad de reemplazo) a ala pivote titular.

A pesar de las novedades negativas, La Unión hizo una serie muy sólida ante Regatas, que venía de barrer al campeón Quimsa. Le ganó 3-1 y encaró la final del Norte ante el gran candidato, Olímpico. En los dos primeros partidos, disputados en La Banda, los de Duró fueron mejores y se adelantaron 2-0. Pero la historia cambió en Formosa. La Unión ganó el tercero y aunque arrancó muy mal el cuarto (llegó a tener desventaja de 11 en el entretiempo), dio vuelta un partidazo para forzar un quinto definitorio en el Rosales. Y con todo en contra, el alma del plantel volvió a salir a la superficie, para dominar de punta a punta al dueño de casa y llegar a la final con el 72-60 en su favor.

Aunque la serie ante el Ciclón terminaría 4-0, lo cierto es que La Unión compitió y llegó a cierres parejos en tres de los cuatro juegos. De hecho, en los dos primeros tuvo la última pelota para ganarlos. Pero más importante aún: la final le dio otra chance a los de Narvarte para mostrar su corazón y poder de lucha. 

Sin su base y ala pivotes titular, abajo 3-0, con todo el Etchart en su contra y con una desventaja de doble dígito en el último cuarto, el terreno parecía listo para que de una vez por todas, La Unión sucumbiera ante la situación. Pero aunque la remontada parecía lejana y aún así, probablemente solo hubiera alargado un desenlace en su contra, los formoseños no se rindieron. Batallaron y se metieron en partido, haciendo dudar a un San Lorenzo que ya se veía campeón. La reacción quedó corta, es verdad, pero la imagen que dejó la visita fue un fiel reflejo de su gran temporada.

La Unión pudo rendirse con aquel arranque de 3-11. Pudo rendirse con los golpes sufridos afuera de la cancha. Pudo rendirse cuando perdió a Green para los playoffs o a Konsztadt para la final. Pudo rendirse con el 0-2 ante Olímpico. O pudo rendirse en el cuarto partido de una serie con su destino sellado. La Unión pudo rendirse, pero en su lugar, decidió ser un ejemplo.

 
Juan Estévez / [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @JuanEstevez90
 

Compartir