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Fidel Castro fue una figura icónica. El líder cubano comunista, más allá de las cuestiones políticas que sinceramente poco nos importan, apoyó, impulsó y acompañó mucho al deporte. Le dio un espacio importante dentro de su gobierno, fomentó la práctica del mismo y la isla vivió sus mejores años en el plano internacional sacando gran cantidad de deportistas de elite que consiguieron muchos logros importantes, incluidas muchas medallas de oro en los Juegos Olímpicos.

Obviamente Fidel tenía deportes predilectos y favoritos, no solo para ver sino también para jugar. A Castro le gustaba mucho el básquet y habitualmente jugaba, aprovechaba distintas ocasiones para sumarse a algún picadito para despuntar el vicio. Algunos de sus rivales confesaron que era duro jugar contra el líder comunista porque era ríspido y solían llevarse algún recuerdito de Fidel.

En 1974 se vivió un hecho llamativo. La Selección de España se estaba preparando para disputar el Mundial que se jugaba en Puerto Rico y como parte de su preparación, se instalaron en Cuba antes de llegar al país boricua. Los europeos hicieron la última parte de sus entrenamientos en la isla y recibieron una invitación un tanto particular.

El entonces seleccionador cubano, el histórico Carmelo Ortega, se acercó al seleccionador español, Antonio Díaz Miguel, con una peculiar propuesta: un partido de dos contra dos con la participación de un jugador muy especial: Fidel Castro. No se supo cómo terminó el encuentro, pero sí que el equipo español tuvo un rival muy particular en la preparación.