Informe especial

El caso Ben Simmons: ¿una telenovela o algo mucho más grave?

18:22 25/04/2022 | El postergado debut del jugador en Brooklyn despertó respuestas de todo tipo, pero pocas han analizado la situación de fondo sobre la salud mental.

Pasado, presente y las presiones que llegaron a confeccionar remeras como la del medio (Getty)

El deporte profesional es, de por sí, cruel. Y si enfocamos a la élite del deporte profesional, obviamente la cuestión empeora. La NBA es obviamente el techo del profesionalismo en el básquetbol mundial, con muchos condimentos que potencian esa crueldad. Y el caso Ben Simmons está mostrando, de alguna manera, que todavía hay un largo camino por recorrer en lo que se refiere a la atención de los deportistas. 

En este informe intentaremos abstraernos un poco de la persona. Simmons es un chico de 25 años que no entró bien pisado en la NBA. Nacido y criado en Australia, aunque de padre basquetbolista estadounidense, se formó en ese país y recién a los 17 años viajó a Estados Unidos para sumarse a la Montverde Academy, la misma donde un año antes había estado Pato Garino.

Allí hizo dos años y fue reclutado por la Universidad de Lousiana State (sí, en la que estuvo un tiempito el Loco Montenegro en los 80 y donde surgió Shaquille O'Neal), donde estuvo una sola temporada, que no terminó de la mejor manera. LSU perdió la final regional ante Texas A&M 71-38 y Simmons, la estrella de LSU, sumó 10 puntos y 12 rebotes, con 4/11 dobles y 2/7 libres. No lanzó de 3, obviamente. Quedaron afuera del cuadro de 64. 

En ese 2016 lo eligió Philadelphia con el 1 en el draft, pero una lesión en el pie lo hizo tener que esperar un año para arrancar profesionalmente, en la 2017/18. En los 4 años siguientes, Simmons siempre fue un amague de mega estrella, a partir de condiciones físicas únicas: base de 2.06, con manejo de balón y gran capacidad defensiva. Su problema fue que la evolución del juego fue hacia el tiro de 3, en el que no era malo: directamente no existía eso para él.

Su primer triple en la NBA lo anotó recién en su tercera temporada con los Sixers, después de errar los primeros 17 que intentó. Igual, siguió siendo su karma: en 4 temporadas lleva anotados 5 de 34 (15%). Tras la eliminación el año pasado en playoffs, Simmons fue sumamente criticado por su tarea en la serie ante los Hawks, que perdieron 4-3, y donde Ben, en el J7, anotó 5 puntos y tomó 4 tiros de cancha. Venía de fracasar estrepitosamente también en los juegos 5 y 6, pero el 7 rebalsó todo. En la serie, además, tiró 15 de 45 libres, un 33%. Inaceptable para un jugador profesional. 

Todo esto desembocó en su pedido de traspaso, su negativa a ser parte del proceso de pretemporada de los Sixers y de abandonar el juego, argumentando razones de salud mental que le impedían estar a la altura de las circunstancias. Eso hizo romper relaciones con Philadelphia, que finalmente pudo sacárselo de encima en el trade con los Nets, a cambio de James Harden. 

¿Por qué tiramos todos estos datos? Porque ayer domingo se supo que Simmons no estará hoy en el Juego 4 de Brooklyn-Boston, que argumentó nuevamente dolores de espalda, pero que en el fondo sigue estando el mismo problema que le explotó en los playoffs del año pasado pero que, aunque desde distintos sectores lo maten por su actitud, viene sufriendo desde la Universidad.

El factor de la salud mental en el deporte profesional sigue estando lejos de un estado ideal. Por eso decíamos que queríamos apartarnos un poco de la persona de Simmons, porque quizá sus expresiones, tanto vocales como corporales, no generan empatía, pero probablemente también sean una coraza para defenderse de algo que no sabe cómo manejar: la presión ante la exigencia y la responsabilidad de ser el líder que muchos esperaron y siguen esperando. 

Stephen Smith, el periodista polémico que no cuida sus palabras y que sería el caso emblemático de cómo no tratar el tema de la salud mental, salió a desempolvar su salida de LSU, y obviamente también la de los Sixers, para calificar su caso como el más patético que había visto en su vida. La pregunta es, ¿Simmons está en condiciones de volver a hacerse cargo de esa presión mentalmente o no? ¿Los problemas de espalda que vuelven, son genuinos o efectos secundarios de lo que está sufriendo por no poder estar a la altura?

Probablemente él no responda de la mejor manera con algunas frases, o con su demanda a los Sixers por retenerle 20 millones de dólares de su salario de este año por no estar con el equipo. Ben argumenta que su problema mental es un justificativo y que debería cobrar igual. De cómo termine resolviéndose ese caso, quedará un antecedente que servirá para poner el ojo más encima de algo que, en definitiva, no sorprende: algunos jugadores, más allá de la máscara hacia afuera, no pueden asumir la presión que la NBA les genera. 

Lo de Simmons tendrá un nuevo capítulo en los Nets. Hoy se reunieron él, su agente Rich Paul y Sean Marks, general manager de los Nets, y según Adrian Wojnarowski, tuvieron una buena charla. Simmons reafirmó que su mayor deseo es volver a jugar, pero tanto él como Paul dejaron en claro que necesita ayuda para superar su problema mental, más allá de la espalda. Ojalá este caso termine siendo el referente para el futuro, porque a medida que el dinero pesa cada vez más, las presiones aumentan y también las exigencias, pero las cabezas siguen siendo tan frágiles como hace 50 años. 

 

 

 

Compartir