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La llegada de Deandre Ayton a Los Angeles Lakers promete reforzar una zona en la que el equipo ha carecido de consistencia en los últimos tiempos. Con sus 2,13 metros, un físico privilegiado y promedio de carrera de 10.2 rebotes por partido, el exnúmero uno del draft 2018 debería aportar presencia interior y poder de intimidación. Sin embargo, su historia reciente siembra más incógnitas que certezas: Portland decidió cortar su contrato pese a que estaba por cobrar $35.5 millones de dólares esta temporada, una señal de alerta que el vestuario angelino no puede ignorar.

El talento de Ayton nunca estuvo en discusión. Su habilidad para producir puntos cerca del aro, su toque en el tiro corto y su capacidad para sumar dobles-dobles con naturalidad lo convierten, en teoría, en una pieza valiosa. Pero ese potencial ha estado históricamente condicionado por su irregularidad y su cuestionado compromiso. Llegadas tardías a vuelos y entrenamientos, además de su rol secundario sin aceptar. Kendrick Perkins, exjugador y actual analista, lo calificó de “diva” y criticó su actitud, advirtiendo que deberá cambiar si quiere evitar ser recordado solo como una estadística de draft.

Ayton ahora compartirá equipo con dos referentes como LeBron James y Luka Doncic, posiblemente los compañeros más talentosos que ha tenido. Esta nueva etapa podría representar el entorno ideal para encarrilar su carrera. No obstante, su motor deberá mantenerse encendido durante toda la temporada, una exigencia no negociable para cualquier franquicia con aspiraciones de campeonato. La gran incógnita es si el bahameño está dispuesto –y preparado– para ese nivel de exigencia y presión constante.

El riesgo para los Lakers es claro: firmaron a un jugador con antecedentes de apatía en momentos clave y con un mercado que ya mostraba recelo por su perfil. Si Ayton no logra adaptarse y elevar su impacto desde el primer día, el equipo corre el peligro de haber invertido en una falsa solución. En una Conferencia Oeste cada vez más competitiva, la línea entre el éxito y el colapso es cada vez más delgada, y los Lakers no pueden darse el lujo de cargar con un enigma más.