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Durante años, Golden State fue la meca del talento NBA: allí recalaban nombres rutilantes como Kevin Durant o DeMarcus Cousins en busca de gloria. Hoy, sin embargo, el panorama cambió por completo. En pleno frenesí del mercado de pases, los Warriors son el único equipo que no ha incorporado un solo agente libre. El silencio es estruendoso, y la pregunta cae de maduro: ¿quién quiere jugar en Golden State?

Las declaraciones de Kevon Looney, ex pilar del equipo, encienden las alarmas. “Sé cómo les gusta negociar”, disparó en el podcast Warriors Plus Minus, señalando que el club suele empezar con ofertas bajas y esperar que el jugador ceda. Su testimonio resuena fuerte en un circuito donde el "boca a boca" entre colegas pesa tanto como el dinero. La imagen de una franquicia que prioriza los negocios por sobre el reconocimiento al esfuerzo puede alejar a potenciales refuerzos.

A esto se suma un obstáculo tangible: los contratos de Steph Curry, Jimmy Butler y Draymond Green consumen el 85% del tope salarial. Con tan poco margen, soñar con figuras de peso parece irreal. Nombres como Al Horford o Ben Simmons suenan, pero nada concreto se cocina en San Francisco. Y sin embargo, algo de mística persiste. Porque mientras Steph Curry siga vestido de azul y dorado, los focos seguirán ahí. Jugar con el mejor tirador de todos los tiempos no es poca cosa. Pero si los Warriors no cambian su política de seducción, podrían pasar de destino deseado… a escala de paso.