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NBA

Anthony Edwards y el juego que puede ser parteaguas para su mejor versión

12:17 27/05/2025 | Minnesota Timberwolves quedó contra las cuerdas en las Finales del Oeste con la serie 1-3, tras una derrota en la que su estrella no dio la talla. Un golpe para aprender.

Anthony Edwards y un juego crucial (Getty)

Anthony Edwards llegó a estas Finales del Oeste con el traje de estrella bien puesto. Había promediado 28.9 puntos en la serie ante los Lakers y 25.3 frente a Golden State, demostrando que podía ser la cara de una franquicia competitiva. Pero cuando el escenario subió de nivel, su impacto se diluyó. En el Juego 4, con la serie 1-2 y la necesidad imperiosa de empatar, apenas lanzó 13 veces al aro y sumó 16 puntos. “No tuve suficientes tiros como para decir que jugué mal”, dijo en conferencia, pero la sensación que dejó en la cancha fue otra.

La comparación inevitable fue con Shai Gilgeous-Alexander. El canadiense no solo terminó con 40 puntos y 10 asistencias, sino que asumió cada posesión como una oportunidad de liderar. Mientras SGA tiró 28 veces y fue al aro una y otra vez, Edwards solo intentó dos tiros en toda la primera mitad. El desequilibrio habla por sí solo. Incluso en partidos cerrados —el 128-126 final lo confirma—, la diferencia estuvo en quién tomó el control cuando el partido más lo pedía.

No es que Edwards no pueda. Lo ha demostrado. Su 44% de campo en los playoffs, su agresividad para atacar el aro y su capacidad atlética son virtudes que lo ubican entre los talentos más explosivos de la liga. Pero este Juego 4 evidenció una brecha: la que existe entre un jugador que puede ser determinante y uno que realmente lo es, sin importar el contexto. “Hice la jugada correcta toda la noche”, insistió. El problema es que, en estos niveles, muchas veces la jugada correcta es tomar la responsabilidad sin pedir permiso.

Minnesota necesitaba más de su líder. Julius Randle tuvo un partido para el olvido, con 5 puntos y 5 pérdidas. El equipo dependía de Edwards, y él eligió ceder el protagonismo.  A lo largo del partido, el equipo lanzó más de 40 triples, convirtiendo solo el 31%. Sin su anotador estrella liderando con decisión, la ofensiva se tornó errática y previsible.

Las declaraciones pospartido dejaron una sensación de negación. “No lo veo como que jugué mal”, reiteró Edwards. En parte, tiene razón: no fue un desastre estadístico. Pero para quien quiere llegar a la elite, jugar “correctamente” no basta. Se espera que domine, que imponga, que incomode al rival incluso en una mala noche. Es lo que hizo Luka Doncic el año pasado ante este mismo equipo, o lo que SGA viene haciendo sin pausa en estos playoffs. La derrota pudo haber sido más que una eliminación: puede marcar un antes y un después en la carrera de Edwards.

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