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Mucho tiempo antes de convertirse en una de las rivalidades más importantes de la historia de la NBA, Magic Johnson y Larry Bird, se conocieron y no solo eso, jugaron juntos, tuvieron una conexión maravillosa y la rompieron juntos.

Magic ya era un jugador importante, con vistas de ser una grandes estrellas de la NBA y quedó sorprendido cuando vio jugar a Larry. Así lo contó tiempo después: “Quería llamar a casa y contarle a mis amigos: ‘¡Este blanquito es de verdad!’. Es el blanquito más pesado que vi jugar en mi vida”.

El torneo tuvo lugar en los Estados Unidos durante los primeros días de abril de 1978. Era una especie de exhibición en la que el Team USA integraba un cuadrangular con Yugoslavia, la Unión Soviética y Cuba. Sirvió como parte del proceso previo a los Juegos Panamericanos del año siguiente. El seleccionado estadounidense estaba conformado exclusivamente por los mejores jóvenes universitarios del momento. Quien los dirigía era Joe B. Hall, entrenador campeón con la Universidad de Kentucky. Junto a Bird y Johnson, se encontraban gran parte de los jugadores de ese plantel que recientemente había ganado el título. Y, aunque con la historia sobre la mesa parezca una locura, casi todos tenían mayor protagonismo que ellos.

Bird comentó sobre Johnson: “Yo pensaba que él era muy bueno sin dudas, el mejor guardia en nuestro equipo. No jugamos mucho, pero era claro el nivel que tenía”. Magic contó cómo fue la sociedad que armaron entre ellos: “Nuestro primer juego fue en Kentucky. Teníamos una ventaja de 10-12 puntos, nos pusieron juntos y la ventaja se fue, en minutos, a ¡25-30 puntos!. Nos mandaban al banco y la ventaja disminuía. Entonces nos ponían juntos de vuelta en el partido y el show empezaba de nuevo”.

Larry también contó cómo fue jugar al lado de Johnson: “Cuando jugaba con Magic, había algo distinto, querías hacer el pase extra, querías tomar el rebote e iniciar el ataque”. Por último Magic recordó una maravillosa jugada que hicieron juntos: “Hubo una ofensiva en la que le hice un pase sin ver y él me la regresó de la misma manera. Metí el doble y mi reacción fue: ‘¡Caray! Este blanquito sí que sabe jugar’”.