Informe especial

El proceso de Uruguay para crecer: LNB y salto a Europa, ¿puede ser la Argentina de los '90?

16:20 10/07/2021 | Uruguay dejó una excelente imagen en el Repechaje Olímpico, elevando las esperanzas de volver a ser lo que alguna vez fue.

Joaquín Rodríguez, Bruno Fitipaldo y Luciano Parodi, tres ejemplos del camino para los uruguayos (Fotos LNB Contenidos y Getty)

Hay cuestiones que no son una operación matemática o científica. Ejemplo: ¿por qué Uruguay dejó de ser potencia en el básquetbol mundial? Las razones son muchas, cruzadas, las respuestas otro montón y las soluciones, difíciles de clasificar como seguras. Lo que hay son situaciones con algunos puntos similares, en donde puede verse qué ocurrió con otros países, para así empezar a edificar algo nuevo, con futuro. 

Uruguay, como otros países de Sudamérica (Argentina, Chile, Brasil), fue potencia global en básquetbol cuando se empezaron a jugar los torneos internacionales (Mundial y Juegos Olímpicos), por algunos motivos sencillos: lo habían practicado desde que se popularizó, existían clubes y Europa estaba enfrascada en una Guerra Mundial que dejaba al deporte en un segundo plano. 

Cuando en Europa se empezaron a conformar las Ligas Nacionales, esa ventaja desapareció de a poco y solo quedó Brasil al nivel planetario, un tiempo, en base a una raza de jugadores excepcionales, con características físicas distintas, y el salto de varios de sus jugadores al básquetbol europeo, sobre todo Oscar Schmidt. 

Uruguay también tuvo su veranito en los '80, con un equipo que contó con una gran generación (Tato López, Fefo Ruiz, Núñez, Pierri, Peinado, Tito,  etc) que le permitió llegar hasta el sexto puesto en los Juegos Olímpicos de 1984, en Los Ángeles. Tato era un jugador diferente, que la rompía en el Caserta italiano (donde conformó en algún momento una dupla sudamericana inédita con el propio Oscar), y el resto tenía una competencia interna fuerte. 

El paso del tiempo hizo que esa competencia interna fuerte se fuera apagando, y que los vecinos crecieran a un ritmo muy superior, sobre todo Argentina, que en una década metió su Liga Nacional en 1984, el gran motor para el cambio, y el aprovechar al máximo el éxodo a Europa con la Ley Bosman, a mediados de los 90. Uruguay se quedó sin ambas cosas. Apenas algunos pocos jugadores saltaron el charco (Esteban Batista, el más destacado, único uruguayo que ha llegado a la NBA y a Europa), pero poco más. Y su torneo interior perdió nivel y jerarquía. 

En los últimos 5-7 años, casualmente o no, se está dando un proceso que pareciera que puede ser parte de un cambio. Uruguay, por estructura interna, sigue con una Liga Nacional sin demasiado vuelo, favorecida hoy por el valor del dólar, lo que le permite sumar buenos extranjeros (de Estados Unidos y de Argentina, sobre todo), pero el jugador uruguayo ha visto que el camino para el despegue es otro, y eso ha terminado favoreciendo a la selección. 

Bruno Fitipaldo es hoy el ejemplo que miran todos los pibes en Uruguay. Se fue de Malvín a Obras Sanitarias en el 2014 con 23 años, hizo dos muy buenas campañas, y saltó a Italia, para luego pasar por Turquía y asentarse ahora en España, en equipos de arriba. Obras y la Liga le dieron el contexto competitivo que necesitaba, en una edad justa, que no tenía en Uruguay ni iba a tener. 

Un tiempo después lo emuló Luciano Parodi, que también viajó con 23 años a Bahía Basket, para luego ir a Europa, volver a Brasil y ahora recuperar la chance de retornar a Europa, en un mercado con mucho futuro como el alemán. Ni hablar Mathías Calfani, que en San Lorenzo consiguió el ritmo de competencia que le permitió crecer como jugador. No pudo ir a Europa, pero su salto de calidad fue evidente. 

Esos dos casos fueron los inaugurales, pero desde que Argentina abrió el cupo de extranjeros para liberarlo, los ejemplos se multiplicaron. No todos son jugadores de selección, aunque los sigue habiendo (Joaquín Rodríguez y Emiliano Serres en Obras, Theo Metzger en Ferro, ahora Juan Ducasse en Hispano). Está claro que están sabiendo aprovechar el camino que Argentina les permite transitar para tener una transición hacia un nivel más elevado, juntando buenos hábitos para el futuro. 

Argentina tuvo un proceso de ese estilo en los 90, que le permitió recolocarse otra vez en los primeros niveles mundiales hace ya casi 20 años, y mantenerse. ¿Puede Uruguay lograr lo mismo? Hay algunas diferencias importantes. La primera es que los uruguayos necesitan un paso previo por otras Ligas. En general, Argentina, pero hoy casi no hay casos de jugadores que salten desde la Liga local a Europa. Potenciar su competencia local es condición excluyente para que el círculo cierre. 

La otra gran diferencia es la cantidad y calidad de jugadores que produce. Sin embargo, si consiguiera que su Liga se profesionalice, vuelva a cubrir todo el territorio, y no solo Montevideo, aumentando la base de jugadores, por tradición, historia y condiciones naturales, podría lograr una élite de jugadores que tengan nivel para hacer el recorrido que los deposite en Europa. 

No es casual que este Uruguay que casi da el batacazo en Canadá, haya tenido a dos jugadores en el más alto nivel europeo (Fitipaldo y Granger), otro en retirada pero con mucha experiencia mundial (Batista), otro en Estados Unidos (Vescovi), y 2 más que actuaron en Argentina. Más un entrenador como Magnano, conocedor a fondo del paño internacional. 

De todos modos, si se quedan con este resultado y no corrigen las otras cosas, lo más probable es que este proceso quede en Victoria. Porque si bien este grupo mostró compromiso, está comprobado que los resultados llegan luego de hacer las cosas bien durante un tiempo largo. Y acá recién se empezó.

 

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